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EDITORIAL: Cuando hay que ajustar el rumbo


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a
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NASHVILLE, Tenn. (BP)–Aunque tengo la capacidad de orientarme con facilidad en medio del campo o dentro de una cueva, siempre acostumbraba a consultar una brújula para confirmar que estaba siguiendo el rumbo adecuado. Cuando conduzco un vehículo me resulta más difícil orientarme, por lo que gracias a la tecnología moderna que está disponible a un costo relativamente bajo, siempre uso un GPS cuando voy a lugares desconocidos o que no he visitado antes.

El asunto se torna un poco más complicado cuando viajo con mi esposa, pues ella por lo general, siempre piensa que ella conoce un mejor camino que el que me está indicando el GPS. Ante sus correcciones del rumbo que llevo, puedo optar por dos opciones, dependiendo del tiempo del que disponga: una, obviar lo que ella dice, en este caso siempre llego a nuestro destino sin algún problema siguiendo las direcciones del GPS, aunque por lo general, con dolor en los oídos. La otra opción, es olvidar lo que dice el GPS y seguir las instrucciones de mi esposa, con lo cual, en la gran mayoría de los casos, no llegamos a nuestro destino. También en este caso, a menos que apague el GPS, llego con dolor de oídos de escuchar constantemente la metálica voz femenina diciéndome que está calculando nuevamente la ruta que debo seguir.

Nuestro viaje por la vida también nos coloca en caminos desconocidos y ante encrucijadas en las cuales tenemos que optar por un camino. Por regla general, cuando las cosas comienzan a salir mal, los seres humanos tratan de encontrar respuestas a sus problemas. Bien sea debido a una decisión que tomamos, o a la decisión que tomo otra persona y que nos afecta a nosotros, nos enfrentamos con la incertidumbre y lo desconocido. Muchas veces también las personas optan por dos opciones. La primera es tratar de ignorar o desconocer lo que ha pasado y tratar de aparentar que nada ha sucedido y seguir haciendo las cosas igual que antes. La otra es reconocer que hay un problema y comenzar a luchar contra ese problema, aunque no tengamos la razón ni el derecho para hacerlo. Pocas veces, nos sentamos a analizar la situación para considerar que ajustes tenemos que hacer, para enfrentar lo que tenemos por delante.

El pueblo de Israel nos sirve de ejemplo y nos presenta un plan a seguir:

1. El pecado y la desobediencia del pueblo hizo que Dios usara a una nación pagana para que ejecutara su juicio, permitiendo que Babilonia destruyera a Jerusalén y llevara el pueblo cautivo a Babilonia.

2. Sin importar los llantos, las quejas, la rebelión o cualquier otra cosa, Dios había establecido un tiempo después del cual el pueblo seria restaurado y Jerusalén y el Templo serian reconstruidos.

3. Nabucodonosor fue solo un instrumento en las manos de Dios para ejecutar Su plan. El pueblo no debía odiar a Nabucodonosor sino volverse a Dios.

4. El pueblo de Israel tenía un plan, pero Dios tenía un plan diferente para el pueblo que era mucho mejor.

Es difícil ver un árbol cuando se está en medio del bosque. De igual manera es difícil ver el plan de Dios cuando estamos en otra ruta. Para el pueblo de Israel, cuando se encontraba marchando encadenado, bajo la mirada vigilante de los soldados de las tropas de Nabucodonosor hacia un futuro incierto y desconocido y hacia un pueblo que no conocían era difícil ver a Dios en aquellas circunstancias. Viendo a sus espaldas, en la distancia, el humo de las ruinas de la Ciudad de David que había sido destruida sin compasión. Viendo con lágrimas en los ojos la nube de humo negro que parecía elevarse hasta el cielo de las ruinas de lo que un día fuera el Templo que Salomón había construido no resultaba fácil ver que aquella atrocidad estaba bajo el control de Dios. Mirando como los gentiles idólatras babilonios profanaban y cargaban los objetos sagrados del Templo no se podía pensar que Dios estuviera de acuerdo con aquello. Entonces, ¿dónde estaba Dios? ¿Qué se había hecho el Dios de Abraham? ¿Por qué se había acortada la mano de Jehová? ¿Qué había pasado con el pacto? Los viejos lloraban, y los niños temían y nadie podía ver el plan que Dios tenía para ellos.

El asunto era sin embargo simple. Los planes de Dios eran diferentes a los planes de Israel. Dice en Isaías 46:11: “Del oriente llamo al ave de rapiña; de tierra distante, al hombre que cumplirá mi propósito. Lo que he dicho, haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré” (NVI). Pero para un verdadero israelí, ¿Cómo encontrarle sentido a eso? ¿Era posible que Dios usara a alguien contra su pueblo? El propio profeta dice en Isaías 55:8 “Porque mis pensamientos no son los de ustedes,

ni sus caminos son los míos — afirma el SEÑOR” –. (NVI). ¿Se da cuenta? En medio de la tormenta podemos ver la mano de nuestro Dios, dirigiendo y controlando la tormenta. TODO está bajo su mando.

En Jeremías 29:11 dice el profeta: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes — afirma el SEÑOR — , planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. (NVI). En otras palabras, cuando las cosas comiencen aparentemente a salir mal, cuando todo parezca que se oscurece, cuando las risas no se escuchen más y el llanto acuda a nuestros ojos, ese es el tiempo adecuado para volver nuestra vista al Señor. ¡Él no nos ha olvidado! Él tiene un plan PERFECTO elaborado para nuestras vidas. Las aparentes dificultades que enfrentamos han sido creadas para servirnos de bendición a nosotros y para que podamos servir de bendición a otros. Dios es el Señor de la Bolsa de Valores. Él controla las leyes migratorias y la economía de las naciones. Él tiene el control de los empleos y de las escuelas. Nada escapa a SU VOLUNTAD y a sus planes para nosotros. No estamos aquí y ahora por casualidad o por accidente. Dios permitió que esto OCURRIERA con un propósito especifico para cada uno de nosotros.

Cuando las cosas nos puedan parecer que están saliendo mal, o cuando no salgan como nosotros quisiéramos, ese es el tiempo adecuado para que ajustemos nuestro rumbo y busquemos seguir el plan PERFECTO de Dios para nuestras vidas. Hasta en las mayores pruebas y dificultades hay un propósito de Dios para darnos UN FUTURO Y UNA ESPERANZA. No dejemos que las circunstancias nos distraigan y mucho menos que permitan que apartemos la vista de nuestro Dios. Una llamada de alerta. Al igual que ocurrió con el pueblo de Israel, en tiempos de crisis abundan los falsos profeta que vienen a prometer soluciones fáciles y rápidas. Nunca pierda de vista que los planes de Dios se cumplirán conforme a los propósitos de Dios y en el tiempo de Dios.
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Óscar J. Fernández es Senior Editorial Project Leader para Multi-language Publishing, en LifeWay Church Resources Division, LifeWay Christian Resources en Nashville, TN, es además escritor independiente y estudioso de la Biblia. Su blog http://estudiandolabibliaconoscar.blogspot.com tiene seguidores en 45 países.

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