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EDITORIAL: ¿Estás preparado?


NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a https://www.bpnews.net/espanol

BRENTWOOD, Tenn, (BP) — ¿Cómo es posible que algo malo pueda en realidad ser bueno? A todos nos gusta caer bien y ser amados. Esa es la razón por la que la gente escoge estar de acuerdo con la mayoría, aunque tengan que ir en contra de sus principios. A la gente, por lo general, no le gusta ser el centro de las críticas o de las burlas. Cuando por causa de nuestra fe somos excluidos del grupo, cuando por causa de nuestros principios cristianos somos motivo de burlas, cuando por tratar de vivir de manera semejante a Cristo somos calumniados y humillados, entonces entramos en la categoría a la que Jesús se refiere en el Sermón del Monte y en el que Él dice que somos “bienaventurados”. Hay cosas difíciles de explicar y esta es una de ellas: ¡ser más que feliz, por sufrir por Cristo!

Pero, ¿hasta dónde pudiera llegar el odio de los enemigos de Cristo? La semana pasada el mundo libre quedó atónito ante la masacre de unos veintiún cristianos egipcios indefensos que eran campesinos y habían emigrado a Libia para trabajar. Fueron secuestrados y decapitados por militantes armados de la organización llamada “Estado Islámico” (IS). ¿Su delito? Ser cristianos. En estos momentos la BBC de Londres acaba de reportar que grupos de militantes del llamado “Estado Islámico” (IS) acaban se secuestrar a unos noventa cristianos de aldeas en el noreste de Siria.

¿El denominador común? Su fe en Cristo. Y aunque estos hechos están ocurriendo en países que están lejos de nuestras fronteras, hay muchas reflexiones que debemos hacer. No voy a realizar un análisis político de esta situación, que espero que cada uno haga por su cuenta. Pienso que es imperativo que veamos el verdadero alcance que esta guerra ideológica tiene.

Imaginemos por un momento la escena que se desarrolló en la costa de Libia. Estos campesinos cristianos fueron obligados a vestir ropas de color naranja y arrodillarse frente al mar, sabiendo que un verdugo vestido de negro a sus espaldas, sostenía un cuchillo con el cual le cortaría el cuello. No había esperanzas de ser liberados para reunirse con sus familiares. Sabían que los terroristas los iban a matar para intentar aterrorizar al mundo con las imágenes de sus muertes. ¿Qué pensaron estos cristianos en el último instante de sus vidas?

Estoy seguro que la fe en Cristo, por la que murieron, los confortó y llenó de valor. Y nosotros, que hasta ahora no tenemos que perder el sueño porque alguien pueda venir a secuestrarnos de noche para luego cortarnos el cuello por ser cristianos, ¿qué podemos hacer por los que están cautivos y por los que están siendo perseguidos?

Creo que es imperativo que doblemos nuestras rodillas y comencemos a orar con fervor. Que imploremos por todos aquellos que están sufriendo por causa de su fe en Cristo, que pidamos que Dios abra los ojos de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de obrar para acabar con esta pesadilla que cada día toma más fuerza en el mundo, y que esta tragedia que enfrenta la humanidad nos sirva para acercarnos más a Cristo y para fortalecer nuestra fe en Él, para que podamos estar listos para enfrentar la muerte, si fuera necesario, por testificar de nuestra fe.

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  • Óscar J. Fernández