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Amar a otros como ama Jesús


Necesitamos un avivamiento de Gran Mandamiento.

Amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas nos lleva a amarnos unos a otros. Cada vez que luchamos por amar a alguien o a todos, es un llamado al arrepentimiento personal y a amar a Dios con todo lo que somos.

Cuando un seguidor de Cristo maltrata a otros, usa un lenguaje abusivo o venenoso, crea sospechas, miente sobre los demás, causa división y facciones, o hace algo como esto en palabra o acción, esto indica claramente que la persona necesita arrepentirse y enamorarse de Dios de nuevo. El acto de amar a las personas siempre fluye del desbordamiento espiritual de su relación con Dios.

“Amad unos a otros” son quizá las tres palabras más grandes jamás habladas por Jesucristo. Él dijo, “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Juan 13:34. Tres veces en un versículo, Jesús nos llama a amarnos unos a otros.

De hecho, “amarnos unos a otros” nos hace responsables de nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás públicamente. Una sola acción les permite a todos saber que somos discípulos de Jesucristo. Jesús continuó diciendo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:35.

Un problema mayor en la SBC

Tenemos un problema mayor con la cultura actual en la Convención Bautista del Sur. Lamentablemente, no es un problema nuevo, pero nunca ha sido tan grande. Nos hemos rebajado a hablar el uno hacia el otro a través de publicaciones en las redes sociales. Hablamos el uno hacia el otro y el uno del otro más de lo que hablamos el uno con el otro.  A menudo, nuestra propia cultura es tóxica.

¿Jesús haría algo de esto? ¡Absolutamente no! Ni siquiera nos estamos dando el beneficio de la duda. Asumimos lo peor en lugar de lo mejor. ¿Creemos que estamos exentos de las palabras de Jesús, “Amad unos a otros”?

Familia SBC, necesitamos ser conocidos por el amor, no por la ira. Confianza, no desconfianza. Unidad, no división. Necesitamos una cultura floreciente y vivificante que se construya sobre la humildad, la honestidad, el perdón y el liderazgo sirviente. Amarnos unos a otros cambiará la cultura dentro de nuestra familia SBC.

Jesús dijo que lo único que nos diferencia como Sus discípulos es nuestro amor el uno por el otro. Hace años, escuché este dicho y nunca lo he olvidado: Cuando perteneces a Jesús, perteneces al amor.

Una acción necesaria en la SBC

¿Cuándo fue la última vez que consideró arreglar las cosas con alguien o un grupo de personas? Humillarse y hacer las cosas bien ante Dios y los demás es imperativo para caminar con Dios personalmente. El perdón y la restauración de una relación no son opcionales para los seguidores de Cristo. Ama a los demás como Jesús te ama.

1 Pedro 2:17, “Honrad a todos. Amad a los hermanos”. Por lo tanto, un hombre no necesita menospreciar a una mujer o incluso a otro hombre. Una mujer tampoco necesita menospreciar a un hombre o incluso a otra mujer. Hablar con desprecio hacia los demás y faltarle el respeto a los demás nunca honra a Dios ni a los demás. ¿Por qué no deberíamos hacer esto?

El mismo Padre Celestial que nos hizo a ti y a mí ha creado a todas las personas del mundo y las hizo a Su imagen. Nos llama a tratar a todas las personas con el mismo honor, dignidad y respeto.

Una advertencia final

Cada cristiano debe estar alerta a esta advertencia de la Palabra de Dios: “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”. Santiago 3:6.

Sí, estas son palabras fuertes. Tenga cuidado, no descuidado. Sea sabio, no tonto. Sea una bendición, no un matón.

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”. Mateo 12:36.

Cada palabra importa. Cada acción importa. Cada persona importa. Cuando vivamos el Gran Mandamiento a través de una relación poderosa y amorosa con Dios que nos llevará a tener relaciones florecientes con los demás, la Iglesia vivirá la Gran Comisión y se convertirá en un poderoso ejército centrado en la misión de la evangelización global y en hacer discípulos de todas las naciones.

Ahora es el momento de liderar.

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  • Ronnie Floyd