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EDITORIAL: El amor verdadero

Clara Molina


“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut 6:5—RVC). Pero, Dios no solamente espera que el individuo lo ame a él primero con todo su ser pero que también lege o transmita ese amor a las futuras generaciones (Deut 6:6-8). El versículo previo requiere que aquel que verdaderamente ame a Dios se rinda totalmente a los de deseos de Dios y aborrezca el egoísmo. Cuando Dios se convierte en el centro de la vida del cristiano, el amar a Dios con todo el corazón, alma y fuerzas se convierte en algo natural y el que ama a Dios lo ama sin tomar en cuentas las consecuencias o la persecución sean buenas o malas. Por esta clase de amor existen misioneros dispuestos a dar su vida para que otros puedan experimentar el amor divino que Dios le ofrece a través de su hijo Jesús. Dios pide amor, pero no podemos olvidar que él nos amó primero y tomó la iniciativa de demostrarlo (Juan 3:16). El cristiano tiene la oportunidad de demostrar su amor hacia Dios a través de su conducta y su dedicación. El cristiano es un embajador que representa al altísimo Dios y puede demostrar ese amor a Dios cuando:

  • El aroma de su amor por Dios es experimentado por aquellos a su alrededor. Somos la fragancia celestial que puede penetrar los sentidos del no creyente “con el aroma de su conocimiento” y animar a los que viven a nuestro alrededor a enriquecer su caminar con él o desear ese amor. “Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes, y que por medio de nosotros manifiesta en todas partes el aroma de su conocimiento. Ciertamente, para Dios somos el fragante aroma de Cristo, tanto en los que se salvan como en los que se pierden” (2 Corintios 2:14-15-RVC). Al usted examinar el aroma de Cristo que transmite a otros, su amor por el Señor y la influencia cristiana que tiene, ¿huele a flores, o huele a azufre?
  • Expresa su amor a Dios con acciones, actitud y dedicación. Dios tiene el poder de hacer y deshacer todo lo que el desea, pero por alguna razón la cual solamente él sabe, Dios permite a quien verdaderamente lo ama y obedece a ser parte de su plan con fin de beneficiar a toda la humanidad. Por su amor a Dios, Noé permitió que Dios lo usara para darle una nueva oportunidad al hombre de comenzar de nuevo (Gen 6-10). Aunque Moisés tenía una falta de seguridad en sí mismo, él permitió que Dios lo usara para salvar a su pueblo de la esclavitud (Ex 2-14). Por amor a Dios, María acepto ser la madre de Jesús, nuestro Salvador (Lucas 1:26-38), para que el viniera a sufrir por nuestros pecados y reconcílianos a Dios (1 Pedro 3:18). El Señor Jesús vino para ofrecernos vida eterna y así restaurar nuestra relación con Dios, perdida por el pecado, a todo aquel que en él crea (Hechos 2:21; Romanos 5:9).
  • No se aprovecha del amor al usar la palabra de Dios para su beneficio personal. “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”1 Corintios 13:4-7-NVI). Éste es uno de los versículos más preferidos para bodas y para celebrar el día dedicado al amor y a la amistad. Sin embargo, estos versículos también pueden ser usados para manipular a otros y obtener beneficio propio. Por ejemplo, el amor sí perdona y por eso Cristo murió por la humanidad, pero el humano puede usar esta verdad para seguir cometiendo el mismo pecado en espera de un continuo perdón de parte de la persona ofendida (Mateo 18:22). Otro ejemplo es el egoísmo: el cristiano no puede ser egoísta por que el egoísmo no es parte del verdadero amor hacia Dios. El cristiano no coloca el “para mi” primero que el “para Dios.” Dios ya pidió que lo amemos más a él porque sabe que el hombre se ama a sí mismo y por eso dijo, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27-RVC).
  • Demuestra su amor a Dios al escucharlo y no solamente al oírlo. La persona puede oír el viento, un sonido, la música, a un predicador o a alguien leyendo la palabra de Dios, pero el escuchar requiere atención, obediencia, fe y acción. El cristiano que verdaderamente ama a Dios lo escucha a todo tiempo. No podemos ser como el pueblo que describe 1 Corintios 14:21 “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me escucharán, dice el Señor” (RVC1977).

El verdadero amor tiene aroma celestial, tiene buena actitud, se dedica a escuchar a Dios, y a demostrar su amor. El Señor Jesús nos dijo, “El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21-RVC).

    About the Author

  • Clara Molina

    Clara Molina, miembro de la Red Nacional Bautista Hispana, es conferencista y autora de ¡Oh no! ¡Mi esposo es el pastor!, y en inglés, Oh no! I Married the Pastor! y A Legacy of WisdomTiene una maestría de Educación Escolar Cristiana del Seminario Teológico Bautista Southwestern (SWBTS) y un doctorado del Seminario Teológico Bautista Midwestern (MBTS)

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