fbpx
Articulos en Español

EDITORIAL: Pero ese no es el final….


BRENTWOOD, Tenn. (BP) — Cada año que termina me lleva a reflexionar en algunos de los episodios de los cuales fui testigo o en los que participé. El año 2015 no es una excepción. Este fue un año, particularmente doloroso para mí, al ver a muchas personas a quienes aprecio y respeto perder sus empleos. Es curiosos que siempre los empleadores creen tener una razón suficientemente importante para despedir a alguien. Al mismo tiempo, los despedidos no creen que haya una razón verdaderamente importante, como para privarles de su sustento. De manera especial, cuando se han invertido años trabajando fielmente para una compañía, ministerio o iglesia.

Esto produce dolor y crea incertidumbre. Uno de estos amigos me decía: “A mi edad, ¿qué puedo hacer ahora? Y su pregunta en realidad no estaba dirigida a mí. En verdad era una especie de reflexión. Y es que hay ocasiones en las que todo se pone oscuro delante de nosotros de tal manera que se nubla nuestro futuro. Y esto sucede independientemente de si hemos hecho algo que merece que estemos en el lugar en el que nos encontramos, o si simplemente no hemos hecho nada.

La Biblia nos presenta muchos ejemplos de uno y otro caso. Hay reyes, profetas, apóstoles y patriarcas en quienes, de manera evidente, Dios nos muestra que Él es un Dios de segundas oportunidades. No importa cómo llegamos al lugar donde estamos, Dios siempre nos está tendiendo la mano para sacarnos del hoyo y llevarnos al nuevo lugar que Él tiene preparado para nosotros. La vida de José es un bello ejemplo.

Más que recordarles esto a mis amigos, que en su totalidad lo conocen tan bien o mejor que yo, me lo recuerdo a mí mismo. Vienen a mi memoria mis primeros tiempos en este país, y cuántas veces me pregunté, ¿qué estoy haciendo yo aquí?

Tengo sobre mi buró, un reconocimiento que le otorgó la iglesia que pastoreaba a un querido amigo mío. Por razones que no vienen al caso contar, se retiró del ministerio, tan deprimido estaba que botó este reconocimiento que alguien recogió y me dio. La vida suele golpear muy duro y se ensaña de manera especial con aquellos que sirven a Dios.

Pero hay muchos que han superado la crisis, han creído a Dios y han iniciado nuevos ministerios y carreras, llegando a lugares que nunca soñaron alcanzar. Hay algunas cosas que podemos hacer cuando llegan las tormentas de la vida…

1. Confiar en Dios (como Josué).

2. Escuchar a Dios y obedecerle (como Abraham).

3. Realizar lo que Dios nos pide que hagamos, aunque no parezca lógico (como Moisés).

4. Seguir adelante, a pesar de las dificultades (como Pablo).

5. Olvidar lo que podamos haber hecho mal e iniciar un nuevo camino (como Pedro).

Las circunstancias de la vida pueden llevar a un creyente a sentir que Dios se encuentra demasiado lejos. La pérdida del trabajo, los problemas económicos, la muerte de un ser querido, las fricciones en las relaciones familiares, entre otras muchas cosas, pueden producir una sensación de gran desaliento. Pero el Señor ha prometido que nunca nos dejará ni nos abandonará. Dice en Hebreos 13:5b-6:”… porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.

En muchas ocasiones, Dios permite que caminemos por valles que están muy oscuros. Es precisamente en esos momentos en los que Él nos enseña acerca de Sí mismo y de nosotros, si es que tenemos el valor y la fe para prestarle atención y confiar en Él.

Leemos en Salmos 43:5 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. Para los hijos de Dios, no hay lugar para la depresión. No es un eslogan decir que Dios está en control. Él es el rey de nuestras vidas y tiene el control absoluto de nuestro futuro y del presente. Si ahora te encuentras enfrentando dificultades, de cualquier tipo que estas sean, te puedo asegurar que ese no es el final que Dios ha preparado para ti…

    About the Author

  • Por Oscar J. Fernandez