FORT WORTH, Texas (BP)–Esta semana se celebró la reunión anual de la Convención de los Bautistas del Sur. Cientos de delegados representando a las miles de iglesias bautistas en los Estados Unidos se reúnen cada año para orar, escuchar los reportes de las diferentes agencias y para planear el futuro de la convención. Aunque no pude asistir este año, estoy seguro que se lograron acuerdos importantes y se discutieron algunos que no lograron aprobarse.
Las reuniones anuales son la parte central de las convenciones bautistas y en ellas se manifiesta el espíritu de cooperación que une a los bautistas. La forma de gobierno democrática basada en el sacerdocio de cada creyente es el fundamento del ministerio bautista. Estoy convencido que este fundamento es al mismo tiempo la mayor bendición y desgraciadamente, en muchas ocasiones se convierte en la maldición de los bautistas.
A través de Jesucristo cada cristiano es un “sacerdote” con acceso directo al trono divino y no necesita intermediarios para establecer una relación con el Creador. Los cristianos bautistas se reúnen voluntariamente con otros creyentes para formar una iglesia local bajo el liderazgo de Cristo y la guía de un pastor o líderes. Cada iglesia es independiente y voluntariamente decide cooperar con otras iglesias a nivel local, estatal y nacional. Por lo tanto, la convención nacional representa la unión de las iglesias de todo el país y su deseo de cooperación para servir juntas al Señor.
La cooperación voluntaria de las iglesias bautistas hace que unidas puedan lograr grandes cosas que les sería imposible hacerlo por sí mismas. Cada iglesia da un porcentaje de sus ofrendas al “programa cooperativo” para tener fondos que puedan enviar misioneros a todo el mundo y establecer ministerios como seminarios para capacitar nuevos líderes.
La unión a través de la cooperación voluntaria es la mayor bendición de los bautistas. A través del programa cooperativo los misioneros bautistas son sostenidos completamente y no necesitan reunir cierta cantidad para empezar su ministerio. Los bautistas del sur tienen quizá la fuerza misionera más grande del mundo actual y cuentan con seis seminarios en los Estados Unidos y muchísimas instituciones más afiliadas a ellos.
Debido a que los bautistas respetan el sacerdocio del creyente y la autonomía de la iglesia local, su gobierno es democrático y no existe una jerarquía eclesiástica. Aunque en teoría todos los bautistas son iguales, es necesario, obviamente, que algunos ocupen posiciones de liderazgo y de toma de decisiones. Aquí es donde lamentablemente la mayor debilidad de los bautistas sale a frote en demasiadas ocasiones. Alguien una vez dijo “es importante ser agradable pero es más agradable ser importante”. Por lo tanto, a veces se pueden observar luchas por el poder y contiendas por posiciones de liderazgo.
Jesús fue muy claro al afirmar que el servicio es la característica principal de los líderes cristianos. Cuando sus discípulos discutían acerca de quién sería el mayor de todos, Jesús afirmó lo siguiente: “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos” (Marcos 11:43b-44). El seguidor de Cristo que desee un puesto importante o reciba el llamado divino para liderar, debe ser un siervo. Entre más alta sea la posición, más grande debe ser el servicio.
Jesús sabía que la tendencia natural de los seres humanos cuando se convierten en líderes es ejercer esa autoridad para autosatisfacerse: “sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas y sus grandes ejercen sobre ellas potestad” (Marcos 11:42). Esta situación es normal y forma parte de las relaciones humanas. Los súbditos existen para complacer a sus jefes. Sin embargo, Jesús aclaró enfáticamente “pero no será así entre vosotros” (Marcos 11:43a). Cuando los cristianos se comportan como las demás personas pierden su identidad como seguidores de Cristo.
El asunto central entre los cristianos en general y los bautistas en particular no es determinar quién es el líder principal. Todos están de acuerdo que la posición de privilegio la ocupa el Señor Jesucristo. La lucha es definir quién es el número dos, tres y así sucesivamente. ¿Quién ejerce autoridad en la convención, en la asociación, en la iglesia local? El propósito del liderazgo cristiano es servir a los demás en una cooperación mutua en el cuerpo de Cristo.
El reto constante para todos los bautistas es recordar que ser líder es un llamado divino que requiere servicio y no es un puesto al que uno aspira para beneficio propio. Además del excelente programa cooperativo espero también los bautistas se distingan por su obediencia a Cristo en su actitud de servicio a los demás. La pregunta clave para nosotros no es ¿quiero ser líder? sino ¿cuánto deseo servir?
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Octavio Javier Esqueda es profesor de fundamentos de la educación del Southwestern Baptist Theological Seminary en Fort worth, Texas.
Programa de Estudios Hispanos en el Southwestern Baptist Theological Seminary enlace: https://www.swbts.edu/hispanicstudies.