FORT WORTH, Texas (BP) —”Dallas es un chico un tanto rebelde,” dijo Scott Cox. El pastor texano recuerda haber visto a Dallas Wiens en varias ocasiones, aunque nunca llegó a conocerlo bien. Los abuelos de Dallas, Del y Sue Peterson, oraron por años para que Dallas regresara a la fe que una vez adoptó cuando era un niño, creciendo bajo la influencia de la Iglesia Bautista Ridglea en Fort Worth.
Sue Peterson siempre creyó que Dios tenía planes especiales para Dallas. Darla Mahan, quien había sido una de las maestras de Escuela Dominical de Dallas, tenía la misma impresión. Nadie se imaginaba que Dios usaría un trágico accidente en la iglesia para lograr alcanzar esos planes.
Desde el inicio de su vagabundeo proverbial a los 14 años “hasta que me hice daño, siempre supe que Dios era Dios. No podía negar que estaba ahí,” dijo Weins.
Pero Weins tomó su propio camino. Al terminar la preparatoria, un entrenamiento del ejército terminó prematuramente con daños en la rodilla, esfumando las esperanzas de ingresar a la escuela de Rangers. Luego hubo un matrimonio fracasado y relaciones quebrantadas, que colocaron a Weins en una posición tal que pudiera escuchar, e irónicamente, ver.
Su encontrón con un cable de alto voltaje –el cual le robó la vista y le dejó la parte izquierda de su cara severamente desfigurada- es una bendición que dice no cambiaría por nada.
“Simplemente tiene una madurez acerca de dónde está y de su entendimiento de Cristo y su punto de vista sobre el mundo,” dijo Cox, quien se reúne regularmente con Wiens. “Hay una aceptación de lo que le pasó como la providencia de Dios. Tiene una fuerte convicción sobre la soberanía de Dios.
“No está enojado con Dios en lo absoluto.”
Wiens pasa una buena parte de su tiempo leyendo la Palabra, especialmente con lo que llama una “adicción” a la literatura de sabiduría en el Antiguo Testamento, en Proverbios y Eclesiastés. También ve la belleza de las personas hechas a la imagen de Dios.
“Lo único que puedo ver es su corazón,” dice Wiens con referencia a la gente que se encuentra. “Y yo era una persona muy criticona cuando tenía la vista. Hay más belleza en las personas de lo que podemos ver con nuestros ojos. Estar ciego me ha dado la habilidad de realmente conocer a otros” – lo que él califica como “un don de discernimiento muy serio.”
La vanidad de la que se habla en Eclesiastés resuena en Wiens.
“Nos preocupamos tanto por lo que no importa. Carros, casas, anillos de compromiso, si el cónyuge de uno es el más atractivo,” dijo Wiens. “Tenemos la habilidad de detener esos causantes de estrés. Pero no lo hacemos. Y Salomón lo resume todo: No tiene importancia.”
Wiens dijo que aprecia a Cox, su pastor en la Iglesia Bautista Ridglea, porque “no es impersonal.”
“Me siento iluminado cada vez que terminamos nuestra conversación. Estoy bendecido,” dijo Wiens.
Cox dijo que es él mismo quien se retira de sus conversaciones como el más bendecido.
“La historia de Dallas es un ejemplo de cómo Dios persiste con Su pueblo,” dijo Cox. “Me recuerda a Jonás. Ese accidente fue el pez de Dallas y ahora él lo ve de la misma manera también. Te muestra que las cosas temporales en la vida son fugaces. Su vida eterna es más importante de lo que podemos experimentar en lo físico. Ponemos tanto énfasis en lo físico y lo natural que no vale la pena al compararlo con lo eterno.
“Eso es mucho más importante y Dallas lo ve,” dijo el pastor. “Él está dispuesto a vivir con las limitantes que ahora tiene, pero su eternidad es segura, sabe que Dios lo ama y está en paz con Dios.”
Wiens, quien está esperando una cirugía de transplante facial en Boston, dice que siente que hay pruebas a diario.
“Ser ciego después de 23 años de tener la vista no es lo más fácil. Pero la ceguera me ha enseñado mucho,” dijo.
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Jerry Pierce es el editor en jefe de Southern Baptist TEXAN, una publicación periódica de la Convención de Bautistas del Sur en Texas, SBTC. Está disponible en texanonline.net.