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Los presupuestos de las iglesias: ¿Pueden ser visionarios y gratificantes?


NASHVILLE (BP) — El proceso de preparación del presupuesto de la iglesia se ubica razonablemente bajo en la lista de las experiencias más motivadoras e inspiradoras de un ministro. Los pastores harán fila para dar un mensaje, pastorear al herido, orar por el descarriado y llevar el cuerpo hacia adelante. Sin embargo, si un pastor está en la cama despierto en la noche pensando en el presupuesto de la iglesia, es frecuentemente por las razones equivocadas.

Para muchas iglesias, el proceso de presupuestar comienza con los líderes del ministerio que someten sus peticiones anuales de fondos. Algunos subestiman las necesidades de presupuesto; otros inflan los números porque no esperan recibir todo lo que solicitan.

Una vez que los números llegan, comienza la selección. Desafortunadamente, este proceso está a menudo configurado más por los gastos fijos y por las lealtades de relación de lo que la mayoría quisiera admitir. Las decisiones difíciles siempre están presentes, lo cual puede resultar ya sea en sentimientos heridos o en una extensión tensa de los límites financieros razonables.

Finalmente, el presupuesto es enviado a una reunión financiera de negocios para su aprobación, donde se espera que pocos se aparezcan a participar.

¿Existe un proceso visionario y gratificante de preparar un presupuesto? Si es así, ¿cómo se ve?

Consideremos un acercamiento diferente — uno que pueda incrementar la visión, discipular a su gente y liberar a su iglesia de la esclavitud que algunas veces acompaña al dinero.

1. Comience con una sesión de ayuno y oración. Las Escrituras enseñan que el diezmo le está consagrado al Señor (Levítico 27:30). Esto se aplica tanto al que da como al que gasta. Dios otorga los recursos para que se usen para su gloria y para que impacten vidas.

Su liderazgo necesita sentir una profunda gratitud y responsabilidad antes de que el proceso comience. Soltar la posesión cambiará el lenguaje de la conversación desde el principio.

2. Recuente cómo Dios ha trabajado durante el último año. ¿Dónde ve usted el fruto de la mano de Dios o la unción del Espíritu Santo? Ver la mano de Dios puede proveer una buena indicación de lo que él desea hacer en el futuro.

Finalmente, necesita alinear sus recursos para apoyar la obra de Dios. Reconocer el trabajo de Dios impedirá que los planes personales, las opiniones subjetivas y los silos de ministerio ocurran. Entregue recursos y la dirección del Espíritu creará reuniones maravillosas.

3. Dependa del fundamento de claridad de visión y de una bien definida estrategia de discipulado. Ninguna iglesia es excelente en todo. ¿Sabe usted qué hace a su iglesia mejor que a otras 10.000? Dios ubica gente singular en comunidades singulares durante un tiempo específico.

Su iglesia tiene un llamado singular y no se supone que compita con la congregación de al otro lado de la ciudad o refleje la iglesia de al otro lado del país. Usted está libre de ser usted. Este nivel de enfoque causará que su ministerio se expanda. Lo ayudará a decir un poderoso “sí” además de un confiado “no.”

4. Conozca el retorno de su inversión (ROI por sus siglas en inglés). ¿Conoce usted el impacto de un dólar gastado? ¿Está su iglesia invirtiendo la cantidad apropiada para obtener el resultado deseado y lograr su sueño? Entre más tiempo existe una iglesia, más crece su presupuesto. Es raro que una congregación evalúe un gasto con base en el reingreso.

Tendemos a continuamente financiar ministerios tiempo después de que han perdido efectividad. Cada línea de ministerio no es una misión crítica y no todos los ministerios están creados para existir por siempre. La visión de glorificar a Dios y hacer discípulos nunca cambia, pero la estrategia sí.

5. Permita que la fortaleza y la estrategia dirijan. Este puede ser un concepto radical para la mayoría, pero considere cada año presupuestario arrancando de cero al no animar a cada departamento a hacer sus peticiones financieras. En vez de eso, permita la actividad de Dios, la estrategia de visión y que unas pocas personas selectas financieramente dotadas creen un sólido plan de negocios.

Esto no significa que la colaboración y el diálogo sean eliminados. Simplemente significa que aquellos con las capacidades deben guiar bajo la clara dirección de una mayor visión.

6. Gaste estratégicamente, no simplemente menos. Quizá este sea un consejo chocante: Cree un plan de gastos que gaste solamente el 90 por ciento de los acuses de ofrendas no designadas del año anterior. (Esto puede tomar algunos años para lograrse.)

La mayoría de las iglesias incrementan su presupuesto de 3 a 15 por ciento anualmente. ¿Por qué hacemos esto? “Está basado en la fe y es visionario,” un pastor podría decir. En realidad, está lejos de ser visionario. Tiende a crear mucho estrés y puede ser descuidado, desenfocado y puede desmotivar. Esto crea una cultura de crisis monetaria en vez de una cultura generosa.

7. Planee para ser sorprendido. Cada año Dios lo llamará a involucrarse en algo que actualmente no ve. Y, por supuesto, siempre existe la posibilidad de que algo se dañe o se desgaste. Y entonces viene el siguiente paso de crecimiento que necesita ser consolidado.

Prepárese para lo que actualmente no puede ver. Nada es más financieramente liberador que las reservas en efectivo. Es una manera segura de decirle a Dios “sí” antes de que él inclusive le pida que vaya. Pero no se pase de la raya y amontone reservas en efectivo. Dios le da dinero para que lo invierta en sus causas.

8. Inspire a otros con la visión del plan de inversión. Esto es lo opuesto a simplemente obtener la aprobación del presupuesto de la iglesia. Un bien diseñado plan de gastos y una presentación deben darle gloria a Dios, afirmar a aquellos que han invertido, validar lo que los líderes han dicho en el pasado e inspirar hacia el futuro. Debe incrementar la generosidad. La lealtad y la confianza en el liderazgo deben aumentar. Una expectativa llena de fe para el futuro inspira a todos.

Todo es una elección. Como líderes, elegimos la cultura financiera que creamos. Cada conversación puede ser tanto una conversación de visión como de discipulado. Todo depende de cómo usted la dirija.
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    About the Author

  • Por Todd McMichen

    Todd McMichen trabaja con Auxano, socio de liderazgo de iglesia de Recursos Cristianos LifeWay de la Convención Bautista del Sur. Este artículo apareció primero en Facts & Trends, revista de LifeWay y recurso en línea en [URL=http://www.factsandtrends.net]factsandtrends.net[/URL]. Todd McMichen está en Twitter @ToddMcMichen y en el sitio web [URL=http://www.toddmcmichen.com]toddmcmichen.com[/URL].

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