NOTA DEL EDITOR: La columna First-Person (De primera mano) es parte de la edición de hoy de BP en español. Para ver historias adicionales, vaya a http://www.bpnews.net/espanol.
FRESNO, Calif. (BP) — Las noticias de la radio y la televisión se sienten como un tsunami que constantemente me arrastran por su camino y me abruman. Hace poco noté cuán breves y, sin embargo, cuán cargadas son estas cortas grabaciones.
Mucho de lo que escuchamos hoy es la retórica de una política que normalmente se presenta en forma acusatoria y que de manera deliberada distorsiona la verdad. Los que oyen parte de la información a menudo la aceptan como un hecho porque detrás de las mismas tienen una voz autoritaria. ¿Cuántas veces aceptamos estos cortes como verídicos y nunca verificamos los hechos? Estas cosas pasan todos los días incluso entre amistades, familiares, compañeros de trabajo y de la escuela, etc. Hay vidas destruidas, familias divididas y aun naciones que han caído en conflicto por causa de palabras negligentes.
Las palabras son algo que usamos todos los días. Algunos usan más palabras que otros. Yo he llegado a crear algo que llamo “palabras clave”, que sencillamente son palabras descriptivas. Usemos como ejemplo la Palabra de Dios, la Biblia. Las palabras clave que he usado para describir la Biblia son “verdad”, “clara” y “guía”. La Biblia es verdad, es clara y me guía en cada aspecto de la vida.
Siempre trato de hablar con palabras que honren a Dios. Como muchos, he experimentado el dolor del sarcasmo, el enojo y cosas parecidas y, por lo tanto, siempre trato de filtrar lo que yo digo mediante la guía del Espíritu Santo. Oro diariamente por una doble porción de sabiduría y por la dirección de Dios en mis conversaciones para Su gloria.
He aquí algunas “palabras clave” que con frecuencia me bendicen: amor, gracias, perdón y compañerismo. Uno de mis versículos favoritos que uso muchas veces en este fragmento de opinión es el Salmo 19:14: “Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía y redentor mío” (LBLA).
El capítulo 3 de Santiago, un libro del Nuevo Testamento, tiene mucho que decir acerca de las palabras y cómo usamos nuestro idioma. Santiago dice: “ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal”. ¡Qué acusación!
Sin embargo, Santiago también nos dice que imploremos la sabiduría celestial por nuestra conducta, en primer lugar y principalmente porque esto es “puro”. Él también nos dice que descansemos porque “la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía”. Qué palabras tan hermosas para guardarlas en nuestro corazón.
Así que les animo, como creyentes, a continuar presentando la Palabra de Vida a aquellos que nos rodean y oren por la sabiduría de lo alto para que las palabras que usemos encuentren corazones receptivos que extiendan el Reino de Dios.
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