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Articulos en Español by Por Emily Pearson

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Estudiante universitaria se lanza a la aventura en la ciudad porteña chilena de los ’42 cerros’

VALPARAÍSO, Chile (BP) -- María había tocado fondo. Al no ver otro medio para escapar de su problemática vida, estaba considerando el suicidio. Pero gracias a la fidelidad de la estudiante universitaria chilena Ruth Aguirre y la misionera de los bautistas del sur Karen Wright, María eligió vivir para Cristo. María había recibido el Evangelio de Juan cuando Aguirre y Wright estaban haciendo una caminata de oración en el Cerro Polanco, uno de los 42 cerros sobre los cuales se construyó Valparaíso, Chile. Para cuando Aguirre la visitó varias semanas después, María ya había leído toda esa porción de las Escrituras. Ese día aceptó a Cristo y aceptó que Aguirre comenzara un estudio bíblico en su casa. Aguirre estaba aún más sorprendida cuando el esposo de María dijo que él también quería aprender más sobre Cristo. Aguirre ha "adoptado" al Cerro Polanco como parte del "Proyecto de los 42 Cerros," una iniciativa que comenzó Wright, uniendo a iglesias estadounidenses con creyentes chilenos para alcanzar los 42 cerros de Valparaíso -- el mayor puerto de Chile -- con el Evangelio. Para Aguirre, fue durante un viaje de visión con Wright que ella sintió el llamado para alcanzar al Cerro Polanco, un peligroso lugar para cualquier fuereño, pero en especial para una mujer soltera de 22 años. Aguirre se dio cuenta que tendría que confiarle su vida a Dios cada vez que pudiera un pie ahí.

Estudiante universitaria se lanza a la aventura en la ciudad porteña chilena de los ’42 cerros’

VALPARAÍSO, Chile (BP) -- María había tocado fondo. Al no ver otro medio para escapar de su problemática vida, estaba considerando el suicidio. Pero gracias a la fidelidad de la estudiante universitaria chilena Ruth Aguirre y la misionera de los bautistas del sur Karen Wright, María eligió vivir para Cristo. María había recibido el Evangelio de Juan cuando Aguirre y Wright estaban haciendo una caminata de oración en el Cerro Polanco, uno de los 42 cerros sobre los cuales se construyó Valparaíso, Chile. Para cuando Aguirre la visitó varias semanas después, María ya había leído toda esa porción de las Escrituras. Ese día aceptó a Cristo y aceptó que Aguirre comenzara un estudio bíblico en su casa. Aguirre estaba aún más sorprendida cuando el esposo de María dijo que él también quería aprender más sobre Cristo. Aguirre ha "adoptado" al Cerro Polanco como parte del "Proyecto de los 42 Cerros," una iniciativa que comenzó Wright, uniendo a iglesias estadounidenses con creyentes chilenos para alcanzar los 42 cerros de Valparaíso -- el mayor puerto de Chile -- con el Evangelio. Para Aguirre, fue durante un viaje de visión con Wright que ella sintió el llamado para alcanzar al Cerro Polanco, un peligroso lugar para cualquier fuereño, pero en especial para una mujer soltera de 22 años. Aguirre se dio cuenta que tendría que confiarle su vida a Dios cada vez que pudiera un pie ahí.

En un barrio muy pobre, el agua potable abre los corazones

LIMA, Perú (BP) -- "Por favor ¿pueden ayudarnos?" La petición de una mujer fue lo primero que escucharon Quentin y Gina Roberts mientras entraban a uno de los barrios más pobres de Lima, Perú. Lo que encontraron los impresionó. Chozas ladeadas y casas de adobe roto alineadas en un angosto camino de tierra en la pequeña comunidad de Rosario de Fátima. No cuentan con un sistema de agua potable y alcantarillado; sus 350 residentes usan grandes cubetas para colectar agua para sus necesidades. Las cubetas se quedan bajo el sol, cubiertas con pedazos de cartón o de paquetes vacíos para huevos. Una vez que se llenan, las vacían en un gran agujero en la entrada del barrio. Junto a este agujero había un gran lavadero—el único lugar en la comunidad donde hay agua potable—ahí lavan su ropa los residentes. Edith Caballa, la presidenta del barrio y quien ha vivido ahí toda su vida, dijo que vivir sin agua potable era casi insoportable, especialmente en una comunidad tan pequeña y sobrepoblada como Rosario de Fátima. "No teníamos un sistema de alcantarillado. Traíamos cubetas llenas de nuestros desperdicios y solamente las vertíamos en el agujero. Entonces lavábamos las cubetas y las reutilizábamos para llevar agua hasta nuestras casas para beber y cocinar," dijo Caballa. "Eso era todos los días. Y somos tantos y hay tantos desperdicios, hubo peleas y las personas se insultaban unos a otros. Era muy difícil."

En un barrio muy pobre, el agua potable abre los corazones

LIMA, Perú (BP) -- "Por favor ¿pueden ayudarnos?" La petición de una mujer fue lo primero que escucharon Quentin y Gina Roberts mientras entraban a uno de los barrios más pobres de Lima, Perú. Lo que encontraron los impresionó. Chozas ladeadas y casas de adobe roto alineadas en un angosto camino de tierra en la pequeña comunidad de Rosario de Fátima. No cuentan con un sistema de agua potable y alcantarillado; sus 350 residentes usan grandes cubetas para colectar agua para sus necesidades. Las cubetas se quedan bajo el sol, cubiertas con pedazos de cartón o de paquetes vacíos para huevos. Una vez que se llenan, las vacían en un gran agujero en la entrada del barrio. Junto a este agujero había un gran lavadero—el único lugar en la comunidad donde hay agua potable—ahí lavan su ropa los residentes. Edith Caballa, la presidenta del barrio y quien ha vivido ahí toda su vida, dijo que vivir sin agua potable era casi insoportable, especialmente en una comunidad tan pequeña y sobrepoblada como Rosario de Fátima. "No teníamos un sistema de alcantarillado. Traíamos cubetas llenas de nuestros desperdicios y solamente las vertíamos en el agujero. Entonces lavábamos las cubetas y las reutilizábamos para llevar agua hasta nuestras casas para beber y cocinar," dijo Caballa. "Eso era todos los días. Y somos tantos y hay tantos desperdicios, hubo peleas y las personas se insultaban unos a otros. Era muy difícil."

Accidente de bus se torna milagroso para misioneros

LIMA, Peru (BP) -- Los misioneros Tommy y Beth Larner andaban haciendo mandados durante un típico día de verano en Tijuana, México. Decidieron almorzar algo antes de comenzar a prepararse para una caminata de oración al anochecer con creyentes locales. Segundos después, Tommy yacía tumbado en el pavimento mientras trataba de cruzar la ocupada calle. "Todo lo que recuerdo es algo borroso," dijo. "No puedo recordar dolor. Solo recuerdo algo borroso y un fuerte golpe. Y luego estábamos en el piso, y lo brillante que le dije a Beth fue: 'Bebé, creo que nos golpearon.'" Todo cambió esa tarde de junio del 2007 cuando los misioneros de IMB fueron atropellados por un bus. La pareja tenía solamente un par de meses de servir en Tijuana, sin embargo, su ministerio de iniciación de iglesias fue apagado antes del gran arranque. "En el pasado, nunca habíamos tenido un ministerio que despegara tan rápido," dijo Tommy. "Las cosas iban de maravilla." Esto fue, hasta que el accidente sacó las cosas de curso. El bus golpeó a Tommy directamente, le trituró la pierna derecha y lo lanzó a través de la calle. El impacto golpeó a Beth hasta un carro parado en el tráfico. Tommy solamente puede recordar pedacitos de ese día. "Era como si las piernas se me estuvieran quemando," dijo. "Sabía que estaba muy mal herido pero no tenía idea de la magnitud."

Accidente de bus se torna milagroso para misioneros

LIMA, Peru (BP) -- Los misioneros Tommy y Beth Larner andaban haciendo mandados durante un típico día de verano en Tijuana, México. Decidieron almorzar algo antes de comenzar a prepararse para una caminata de oración al anochecer con creyentes locales. Segundos después, Tommy yacía tumbado en el pavimento mientras trataba de cruzar la ocupada calle. "Todo lo que recuerdo es algo borroso," dijo. "No puedo recordar dolor. Solo recuerdo algo borroso y un fuerte golpe. Y luego estábamos en el piso, y lo brillante que le dije a Beth fue: 'Bebé, creo que nos golpearon.'" Todo cambió esa tarde de junio del 2007 cuando los misioneros de IMB fueron atropellados por un bus. La pareja tenía solamente un par de meses de servir en Tijuana, sin embargo, su ministerio de iniciación de iglesias fue apagado antes del gran arranque. "En el pasado, nunca habíamos tenido un ministerio que despegara tan rápido," dijo Tommy. "Las cosas iban de maravilla." Esto fue, hasta que el accidente sacó las cosas de curso. El bus golpeó a Tommy directamente, le trituró la pierna derecha y lo lanzó a través de la calle. El impacto golpeó a Beth hasta un carro parado en el tráfico. Tommy solamente puede recordar pedacitos de ese día. "Era como si las piernas se me estuvieran quemando," dijo. "Sabía que estaba muy mal herido pero no tenía idea de la magnitud."

Los barrios pobres de Caracas exigen su perseverancia

CARACAS, Venezuela (BP) -- El misionero Ed Engle pone su vida en las manos de Dios mientras comienza su trayecto de subida a la montaña El Coche, un barrio pobre en Caracas, Venezuela. En el camino, un hombre le llama y corre hacia él, con una sonrisa casi carente de dientes que aún le ilumina el rostro. Ha estado tomando, y apenas puede formar una frase coherente, pero reconoce la cara amistosa de Ed. El misionero abraza al embriagado hombre y pasa unos minutos hablando con él mientras pueda. Unos minutos después, Engle se sube a una camioneta SUV casi llena- es el medio de transporte que le llevará a la cima de la montaña. Los caminos son muy empinados para otro tipo de vehículos y hace demasiado calor como pasa subir caminando. Se limpia el sudor de la cara, luego distribuye folletos evangelísticos entre los demás pasajeros. En la cima de la montaña, Engle se baja de la camioneta y pisa el camino de tierra, consciente de la cañería abierta que pasa muy cerca. Durante las próximas horas, camina sin parar por un laberinto de pequeñas casas de concreto y metal, distribuyendo folletos evangelísticos y hablando con los residentes acerca de sus familias, sus vidas y Jesús. Se encuentra con una joven de 17 años -- madre de dos niños -- cuyo amante la ha dejado en la calle. Luego visita a una familia en su casa –- una choza sin puerta y con un piso de tierra y desnivelado. Grandes piedras y botellas de cerveza sirven como anclas para el techo de lámina de latón de esta casa. Mientras Engle marcha de casa en casa, no le molesta la falta de sombra y de agua; cualquier molestia vale la pena con tal de compartir el Evangelio. Mañana se levantará y repetirá todo esto, teniendo en mente que todavía hay mucho trabajo por hacer.

Educados y acaudalados aun perdidos en Caracas

CARACAS, Venezuela (BP) -- Joe Busching casualmente se acercó a estudiantes universitarios que reían y charlaban en el césped del campus. Luego de iniciar conversación con ellos, les preguntó si ellos le contestarían algunas preguntas. Los estudiantes asintieron.

Los peruanos lo dan todo para alcanzar el Amazonas

IQUITOS, Perú (BP) — A sólo tres días de la muerte de su esposa, Edison Romero, de 72 años, se subió a un bote lleno de gente para hacer un viaje por el Río Amazonas. Hubiera podido quedarse en casa lamentando su pérdida, pero decidió hacer el viaje de 12 horas desde su aldea hasta Iquitos, Perú, para asistir a un entrenamiento misionero. "No podía perdérmelo," dijo Romero. La Escuela de Misiones Interculturales a la que asiste Romero cerca de la ciudad de Iquitos es uno de los tres centros de capacitación inaugurados por Perú a las Naciones, una organización bautista peruana. Cada dos meses, Romero, junto con otros 30 participantes y los miembros de sus familias –desde ancianos hasta niños- se reúnen afuera de la Iglesia Evangélica Bautista Betania en Iquitos. Todos se suben apretados a dos rudimentarios autobuses de metal, junto con su equipaje y media docena de pollos vivos, para hacer el viaje de una hora que los transportará por un lodoso camino lleno de agujeros. Al final del camino, los viajeros –cargados con sus hijos y equipaje—suben descalzos una pantanosa fosa de lodo. En el banco del Río Nanay, el cual fluye hasta el Amazonas, se suben a una angosta barca de madera. Casi ni se puede respirar; el aire es sofocante. Ahora harán otro viaje de 45 minutos por el río, hasta llegar al campamento en la selva. Una vez que llegan a la orilla del campamento, llevan cargando sus pertenencias por un sendero de tierra hasta las cabinas de madera –cubiertas con hojas de banano secas y mallas para mosquiteros—esa será su casa durante tres días. No hay electricidad ni agua caliente. Y ya que no hay refrigerador, los pollos vivos les servirán como alimento fresco diario. Los niños más pequeños deben entretenerse solos, sin la ayuda de las facilidades modernas, juguetes o comodidades físicas. Aún así, nadie se queja.

Los bautistas peruanos responden ante el llamado misionero

LIMA, Perú (BP) -- "Cuando hablamos de ir al mundo a cumplir con la Gran Comisión, Latinoamérica es un gigante dormido," dijo Tommy Larner.