Hoy desperté con una expresión de Job en mi mente: “¿qué? ¿recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10) Esta expresión de Job es una respuesta a su esposa en el momento en que, luego de estar viviendo una terrible enfermedad, ella le dice a él: “Con todo lo que te ha pasado, ¿aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete”. ¡Qué difícil posición para Job! (Job 2:9) ¿Cómo es posible agradecer a Dios ante tanto sufrimiento como el de Job?
Dar gracias a Dios en los tiempos buenos es fácil, pero enojarse con Dios y culparlo por los tiempos difíciles, como lo hizo la esposa de Job, es fácil también hacer. No cualquiera sabe agradecerle a Dios por los tiempos duros y amargos y pocos pueden experimentar bendiciones a través de ellos. Porque, cuando somos honestos con nosotros mismos, podemos aceptar que es difícil y aún más doloroso dar gracias por el sufrimiento. Sin embargo, la Palabra de Dios nos invita a agradecer “en todo” (1 Tesalonicenses 5:18) y a presentar nuestras peticiones “con acción de gracias”. (Filipenses 4:5) No tengo duda de que, si la Palabra de Dios lo dice, aunque sea difícil, es posible.
Es posible dar gracias “en todo” cuando tenemos la certeza de que “todas las cosas ayudan a bien a aquellos que aman al Señor.” (Romanos 8: 28) Es posible dar gracias cuando entendemos que las bendiciones de Dios muchas veces no llegan como las esperamos y que a veces toman forma de prueba, dificultad o incomodidad. Es posible dar gracias cuando quitamos nuestra mirada de ese lugar amargo en que nos encontramos y nos enfocamos en la dulzura de Cristo. Cuando consideramos la hermosura de nuestro Dios, quien derramó su amor a la humanidad pagando un precio muy alto, por medio de Su Hijo, podemos encontrar esperanza en medio del caos.
Esa misma esperanza que encontramos en Cristo, es la que hace posible encontrar algo bueno en medio del sufrimiento. Es por esto que el apóstol Pablo dijo, “Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este, nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. 2 Corintios 4:16-17 Los tiempos difíciles producen en nosotros algo para nuestro bien, pero sobre todo algo que transciende a la eternidad. Pareciera que la tribulación se presenta para destruirnos, pero para los que estamos en Cristo, son tiempos en donde Dios construye y fortalece nuestro ser interior. ¡Son tiempos de transformación en la presencia de Dios!
Agradecer a Dios en los tiempos difíciles no cambiará tus circunstancias, pero te transformarán a ti. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar acerca de las cosas buenas que produjo su sufrimiento? En mi caso, gracias al sufrimiento, he recibido herramientas de vida que bajo ninguna otra circunstancia hubiese podido obtener y ahora puedo ayudar a otros a perseverar en medio del sufrimiento.
Hay algún sufrimiento por el que ha pasado y por el cual se le hace difícil agradecerle a Dios haberlo experimentado? Haga una lista de todos los retos que ha enfrentado y luego escriba al lado la bendición que obtuvo por medio de esos retos. Por más difícil que haya sido su situación, estoy segura de que encontrará algo glorioso y bueno que Dios hizo en su vida. Además considere la bondad de Cristo y agradézcale la bendición de ser perdonado y librado de la muerte espiritual que merecíamos sin El. Agradézcale a Dios el poder caminar junto a Él, el Dios que nunca nos fallará. Dé gracias por Él.
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18