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Decisiones de vida o muerte presionan a los obreros voluntarios en África


NOTA DEL EDITOR: Diariamente, los obreros voluntarios ayudando con la hambruna del Cuerno de África toman decisiones difíciles, de vida o muerte. Siga la historia de una pareja mientras responden estas preguntas: ¿Cómo se decide quién vive y quién muere? ¿Quién ha de recibir alimentos y quién no? ¿Cómo vives en paz con las decisiones que has tomado?

NORESTE DE KENIA (BP)–“No, no me diga eso,” ruega Don Sullivan suavemente en el teléfono. “Necesitamos esos alimentos. La gente necesita esos alimentos.”

Los hombros del obrero voluntario cristiano se encorvan al colgar el teléfono, se ha interrumpido su plan de distribución de alimentos para el próximo día. Él esperaba tres cargas –- 33 toneladas — de alimentos para alivio de la hambruna en el Cuerno de África. Pero ahora, debido al aumento de la violencia en manos de al-Qaida en Nairobi y la constante actividad de los bandidos y las peleas tribales a lo largo de la ruta de los camiones de carga, sólo un chofer será el valiente que haga la travesía de 13 horas. Los otros dos han decidido que es demasiado peligroso y se negaron a llevar los abastecimientos.

Sullivan revisa la lista de las 17 comunidades identificadas como las que más necesitan la ayuda. Con un bolígrafo en mano, comienza a eliminar a algunas pero no puede lograr terminar de hacerlo.

“¿Cómo hemos de decidir quién tiene más hambre cuando todos tienen hambre?” se pregunta, enterrando su cabeza entre sus manos. Mira al frente, buscando la ayuda de su esposa Lucy* y añade, “Estas decisiones son difíciles. Cada vez que paso por una comunidad que no está en la lista, se me rompe el corazón porque no podemos ayudarlos. Y ahora esto…”

La voz de Sullivan se desvanece, dejando en sus mentes una frase sin terminar.

Don y Lucy son obreros voluntarios en el noreste de Kenia, inicialmente ayudando a mejorar la vida en los pueblos –- cavando servicios sanitarios y pozos de agua — pero después de dos años sin lluvia, se vieron en medio de la mayor crisis de hambruna en el mundo. El 20 de julio la ONU declaró la hambruna del Cuerno de África, pero los efectos de la peor sequía en 60 años han estado presentes por más de 18 meses.

Las granjas y jardines dejaron de ser productivos hace mucho tiempo. Los precios de los alimentos se dispararon con una tasa de inflación del 270 por ciento, volviendo imposible que cualquiera pudiera comprar comida, incluso si estuviera disponible en el mercado. Más ganado ha muerto en un área donde la zona para pastar y los pozos se han secado. Más de 13 millones de africanos en Somalia, Kenia, Etiopía y Yibuti tienen necesidad de ayuda alimenticia. Decenas de miles de personas –- incluyendo a más de 30,000 niños — han muerto de desnutrición o por conflictos tribales por agua y derechos de zonas para que el ganado coma.

Para los Sullivan, las estadísticas son una dura realidad diaria.

Mientras caminan por el pueblo, ven largas filas en el camión repartidor de agua, pero el agua se acabará antes que si quiera un cuarto de ellos llene su recipiente de 10 galones. Ven los estantes vacíos en el mercado, donde antes había vendedores. Y ya es una rutina el enviar a los niños desnutridos a la clínica, orando que no sea demasiado tarde.

“Es difícil vivir en un lugar donde la realidad es una diaria situación de vida o muerte,” dijo Don. “Cuando la necesidad es tan grande, sufres pensando si realmente puedes marcar una diferencia o no.”

Lucy muestra estar de acuerdo moviendo la cabeza. Hay días en que la desesperación de la gente es una carga muy pesada sobre sus hombros.

“Casi te sientes culpable a veces por tener comida en abundancia,” dice. “Es decir, saber que todo lo que yo tengo que hacer es ir a mi congelador y tomar lo que necesito o quiero, mientras que a pocos metros por el camino hay una madre que pone a su hijo en cama a dormir con el estómago vacío, es algo doloroso. Me duele el corazón.”

La obrera voluntaria habla como si la sequía y la hambruna terminan en la entrada a su casa, pero no es así. Simplemente se han adaptado. Ellos racionan el agua, incluso reutilizando el agua de sus cortas duchas para luego limpiar los servicios sanitarios. Para obtener sus alimentos, hacen un largo viaje a Nairobi, en caminos horribles, en medio de luchas tribales y bandidos que asaltan los autos. Cada 10 minutos, suena el teléfono de Don con una nueva petición de ayuda. La gente con hambre constantemente llega a su puerta porque escucharon que los Sullivan dan un poco de frijoles o arroz, lo suficiente para pasar el día.

El estrés constante está mermándolos. Don y Lucy tienen problemas de salud que no tenían antes de la sequía.

“Me siento culpable diciendo que tengo una úlcera. Algunos dirían que si tuviera el tipo correcto de fe o que si estuviera manejando la situación correctamente, el ver que la gente tiene hambre y muere no me afectaría así,” dijo Don. “Pero yo lo veo diferente.

“Algunas veces Jesús nos pidió que lo siguiéramos a lugares y camináramos con Él a donde pasaríamos dolor y sufrimiento. No puedes ir a esos lugares sin que te afecte,” dijo el obrero voluntario. “Probablemente lo más duro es que tus propios amigos están hambrientos, no sólo la gente en el pueblo o en la calle. Nuestros amigos, nuestros compañeros, también tienen hambre.”

Los ojos de Dan se llenan de lágrimas al mencionar a sus amigos. Añade, “Creo que Dios nos da la gracia para hacer lo que necesitamos hacer. Pero nunca te acostumbras.”

Lucy pone su mano en el hombro de Don para consolarlo. Luego, sin que se digan una sola palabra, saben qué hacer con la carga de alimentos en el camión. Deciden dividirla entre todos los que están en la lista — incluso si eso implica que sólo habría alimentos para uno o dos días.

“Vamos a orar para que dure hasta que lleguen los otros camiones,” dijo Lucy. “Quizás sea lo suficiente para pasar la crisis. Solamente tenemos que orar que se multiplique.”

Últimas noticias: Finalmente llegaron los otros dos camiones de carga. Los dos choferes originales se negaron a ir, pero un valiente chofer hizo el viaje tres veces a fin que los alimentos llegaran a la gente. Se están planificando más envíos de alimentos. Oren para que cada camión de carga llegue a salvo.
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*Se han cambiado los nombres reales. Susie Rain es una escritora/editora que vivió en África por más de una década. Para enterarse más de la manera en que el Fondo Bautista del Sur para el Hambre Mundial suple las necesidades en el extranjero y en América del Norte, visite www.worldhungerfund.com. Para saber más sobre las iniciativas de ayuda para las necesidades humanas, tales como la obra de Don y Lucy Sullivan en el Cuerno de África, visite Baptist Global Response en www.gobgr.org.

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  • Por Susie Rain