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EDITORIAL: En la obra misionera dos siempre son mejores que uno


SAN ANTONIO, Texas (BP)–El libro de Eclesiastés bien ha sido descrito como quizás el más pesimista del Antiguo Testamento. Palabras positivas son escasas en sus doce capítulos, pero cuando uno las halla son verdaderas perlas de sabiduría.

Después de un monólogo sobre la fatalidad del trabajo (Eclesiastés 4:1-8) y habiendo concluido que el hombre que muere sin herederos es de ser lamentado, el Predicador dice, “mejor son dos que uno” (v. 9). Salomón declara esto como una verdad universal y entre las razones que da dice, si se cayeren, el uno levantara a su compañero. Salomón no es nada si no es un hombre práctico. Él reconoce que el poder de la colaboración se puede demostrar en maneras inesperadas.

Quizás tengo algo adverso a las Islas del Caribe, pero mis viajes de ministerio a esos lugares no han sido sin sus dificultades. En Cuba pise mal en un hoyo y me quebré el tobillo izquierdo, y en la pequeña Isla de Bonaire me enfermé gravemente después de comer una comida típica de arroz con pescado. Durante estos dos viajes misioneros me encontré completamente incapacitado. El misionero se convirtió en el necesitado.

La razón misionera por el cual colaborar juntos es obvio a todos. Jesús mandó a sus discípulos de dos en dos al campo misionero (Marcos 6:7; Lucas 10:1). El Espíritu Santo apartó a Bernabé y Saulo para colaborar en el primer viaje misionero (Hechos 13:2). Pablo y Bernabé se separaron pero no para seguir el ministerio a solas. Bernabé continuo con Juan Marcos (Hechos 15:39), mientras que Pablo introdujo a Silas a la obra misionera (Hechos 15:40-41). Pablo siempre tuvo compañeros, hombres como Timoteo (Rom. 16:21; 2 Cor. 1:1; Fil. 1:1; Col. 1:1), Tito (2 Cor. 7:6; Tito 1), Sostentes (1 Cor. 1:1), Tíquico (Efesios 6:21), y Silvano (1 Tes. 1:1; 2 Tes. 1:1) entre otros. La Gran Comisión se cumple en el verdadero sentido cuando estamos unidos, trabajando juntos para avanzar el reino de Dios. Pero en mis viajes a dichas Islas yo experimente algo de la razón “auxiliar” que poco enfatizamos.

Lo que sobresale en mis recuerdos de esos dos viajes fue como mis compañeros cuidaron de mí. El Predicador declara, ¡Ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante (v.10b). Me pregunto, ¿qué hubiese sido de mi si no hubiera alguien para ayudarme? Mi situación delicada dio oportunidad para que mis hermanos en la fe demostraran su amor cristiano en una manera inmediata y concreta. En Bonaire el Dr. Rolando López se preocupó por mí buscando médico y comprando medicina para mi alivio. Y desde la selva cubana mi colega el Dr. Daniel Sánchez hizo arreglos para llevarme al hospital, vendar mi fractura, transferirme por vuelo aéreo por Jamaica y regresarme a los estados unidos americanos. El Predicador tiene mucha razón. Dos son mejores que uno porque cuando uno se cae el otro lo puede levantar (v.9).

Por supuesto, muchos misioneros han recibido ayuda de otros en tiempos difíciles, y nadie más destacado que el mismo apóstol Pablo también fue recipiente de tal ministerio. En 2 Timoteo 4 Pablo demuestra su propia vulnerabilidad durante el tiempo mas critico de su vida. Veamos como depende de Timoteo:

— Le dice, ya estoy para ser sacrificado, revelando que le queda poco por vivir (v.6)

— Le revela su soledad personal cuando le dice, procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo (vv. 9-10)

— Asume que Timoteo ira a su lado y le encarga sus necesidades personales diciendo, trae, cuando vengas, el capote que deje en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos (v.13)

— Le urge a Timoteo llegar lo mas pronto posible, Procura venir antes del invierno (v.21)

Este breve pasaje revela la desesperación del apóstol en ver a Timoteo antes que fuera muy tarde, y define con gran intensidad la profunda relación que existe entre cristianos ligados a la obra misionera. La relación que Pablo y Timoteo tenían iba mucho mas aya de lo superficial. Pablo puso una gran demanda sobre Timoteo y podemos estar seguros que su hijo en la fe hizo todo lo posible por llegar a su lado.

Pero me pregunto, ¿llegaría Timoteo con el capote para proveer abrigo y calor a su padre en la fe, o murió Pablo solo y frío ese último invierno de su vida? La pregunta no tiene contestación, pues nadie sabe si Timoteo llego a tiempo o no. Pero podemos estar seguros que ningún misionero es autosuficiente. Las necesidades de Pablo son las mismas de todo aquel que se lanza para cumplir la gran comisión a través del mundo. Y en vista de esto nos tenemos que preguntar, ¿habrá un Timoteo que supla la necesidad?

La siguiente vez que tenga oportunidad para ir en un viaje misionero piense en esto. Siempre hay excusas porque no ir, pero la realidad es que aun cuando hay razones legítimas, puede haber mayores razones por hacerlo. ¿Habrá quien levante al otro cuando caiga por amor a la obra del Señor? Esto también es parte de nuestra responsabilidad y privilegio como cristianos, y para cumplir en esto se necesitan por lo menos dos.
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.

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