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ESTUDIO DOCTRINAL: Del hombre, Del hombre, “Un poco menor que los ángeles”


BIRMINGHAM, Ala. (bp)–En el año 1889, el filósofo alemán, Federico Nietzche, preguntó: “¿Dónde está Dios? Yo les diré, nosotros le hemos matado, usted y yo. Todos somos sus asesinos.” Nietzche no podía aceptar la idea de un Dios Creador. Creía que las enseñanzas de Jesús son muy buenas, pero no creía que el Nazareno fue el hijo de Dios, especialmente si Dios, según Nietzche, estuviera muerto.

También, el filósofo admitió que sin una creencia en Dios, la moralidad y el significado de la vida no llevan ninguna importancia. Nietzche vio que muchos europeos no creían en Dios y, en sus mentes y en la sociedad en general, poco a poco estaban matando el concepto de Dios y la necesidad de la moralidad tradicional.

Es fácil ver que, a pesar de la relativa religiosidad de la nación de los Estados Unidos, hay muchas personas en este país que han llegado a la misma conclusión: Dios no existe, y yo puedo hacer lo que a mí me da la gana. ¿Cómo han llegado a esa conclusión irreal? Las razones son múltiples, pero un factor contribuyente tiene que ser el concepto del hombre. Si uno cree que la humanidad llegó a existir por una explosión tremenda hace mil millones de años y que nosotros no somos nada más que el producto de la evolución, nunca va a tener un autoestima muy alta. Si uno cree que no hay un Dios y que somos meros primates avanzados, ¿por qué debemos tener leyes, morales o ética? ¿Qué importa, si somos un accidente de evolución?

Por eso, la doctrina del hombre es tan importante. Es la doctrina que más nos infunde de esperanza que cualquier otra enseñanza o creencia cristiana. Nosotros los bautistas (y otros creyentes) creemos que somos creados a la imagen de Dios. Si esta creencia es verídica, las implicaciones son numerosas y maravillosas. Quiere decir que el Creador del universo quería que su creación se le parezca de alguna manera a Él. La idea es simplemente increíble. ¡Cómo puede ser que el que creó este universo tan inmenso nos considere tanto para crearnos como Él!

El Salmo 8:3–5 dice:

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra.”

Este concepto de ser creados a la imagen de Dios es la fundación de toda la doctrina de la humanidad, que dice que el ser humano es amado por Dios, es más que un animal, vive por más que sus instintos y que tiene un alma eterna.

¿Qué tiene que ver esto con la obra misionera? Las religiones y filosofías de otros países y hasta en este país no tienen esta clase de teología. El budismo y el hinduismo enseñan que somos reencarnados vez tras vez y que no somos nada más importante que un diente de engranaje en la maquinaria del universo. Según esas religiones, el universo es dios y los individuos son partes insignificantes del universo. No hay mucha esperanza con tales religiones fatalistas. Pero en Cristo, hay esperanza, y esta doctrina de la importancia del hombre a los ojos de Dios es lo que puede atraer a muchas personas por todo el mundo a conocer a nuestro Salvador. Y al final y al cabo, esto es la razón por la cual servimos en la obra misionera.
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Steve Murdock es director de misiones para la convención bautista estatal de Iowa.

Originalmente publicado en Nuestra Tarea, revista de misiones y ministerios de WMU, tirada de enero/febrero 2007.

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  • Por Steve Murdock