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Ministerio de despensas alimenticias trae esperanza a familias desamparadas


NOTA DEL EDITOR: Muchas iglesias bautistas del sur observarán el Domingo del Hambre Mundial el 10 de octubre. Para conseguir recursos de promoción para el Fondo del Hambre Mundial, visite www.worldhungerfund.com.

MEMPHIS, Tenn. (BP)–No salía a ningún lugar sin sus zapatos para andar en casa. Los anchos pies de Sheri Shockey no cabían en otros zapatos que unas pantuflas azules para hombre.

Salió por la puerta de entrada del ministerio de despensas alimenticias de Brinkley Heights en Memphis, cargando una bolsa llena de comida. Un hombre la saludó mientras pasaba, “Un día tienes que venir a la iglesia con nosotros.”

“Oh, no puedo hacerlo — no voy a ningún lugar sin mis pantuflas.” Y dirigió su mirada hacia sus pies.

“Bueno, entonces, puedes venir con tus pantuflas puestas.”

Ese fue el inicio de lo que Sheri llama “un nuevo capítulo en la vida,” el cual comenzó hace tres años.

Hace menos de diez años, Sheri estaba viviendo el sueño americano –una linda casa en los suburbios, una membresía en una iglesia local y un exitoso trabajo como enfermera en uno de los mejores hospitales pediátricos en el área oeste de Tennessee. Incluso tomó unas vacaciones en un crucero alguna vez.

En la cima del éxito de Sheri, un hombre llamado James Erwin y otras nueve familias en la Iglesia Bautista Brinkley Heights estaban teniendo una reunión de oración en el otro extremo de la ciudad. La pequeña congregación de empleados obreros luchaba para poder mantener encendidas las luces en el edificio. Habían escuchado el llamado de Dios para alcanzar a sus vecinos con la luz del evangelio, y estaban respondiendo ante ese llamado.

Una chispa se encendió — una buena idea: un ministerio de despensas alimenticias — y esa chispa comenzó a encender también su entusiasmo.

Su pastor escuchó la idea con un poco de escepticismo. Los barrios más cercanos a la iglesia eran casas donde se venden drogas y donde la violencia y los tiroteos entre bandas no eran algo fuera de lo normal.

“¿Cómo vamos a hacer todo eso?” preguntó el pastor. “No tenemos dinero.”

Y en verdad que no lo tenía. Ya era lo suficientemente difícil que la iglesia reuniera cada centavo para pagar su humilde salario mensual. La discusión continuó y continuó — sin esperanza. Durante una pausa, uno de los hombres se puso en pie.

“Bueno,” dijo, “Dios lo tiene todo. Dios tiene todo el dinero. Nos ha dado los planes y si Él lo planifica, Él nos va a dar lo que necesitamos. Todo lo que quiere es que estemos dispuestos.”

No tenían muchos alimentos para compartir, pero tenían los suficientes fe y amor para todo el barrio. Cada familia comenzó a traer unas cuantas latas de su propia alacena y las ponían en un closet en la iglesia e invitaron a sus amigos a venir los lunes por la noche a recibir algo de comida—y las Buenas Noticias.

Pero las buenas noticias eran escasas en el extremo de la ciudad donde trabajaba Sheri. Ron, su esposo, había tenido su propia compañía de instalación de techos, y el negocio había prosperado tanto que Sheri renunció a su empleo de tiempo completo para trabajar con una agencia de enfermería. El trabajo le ofrecía mejor salario, aunque ninguna prestación laboral. Un poco después, Sheri fue diagnosticada con cáncer de los ovarios, y tuvieron que enfrentarlo sin tener seguro de gastos médicos.

En los meses siguientes, su casa tuvo que ser embargada y su hijo fue enviado a vivir con otros parientes. Ron y Sheri no sabían de dónde vendría su próximo plato de comida.

Al otro lado de la ciudad, Ron encontró un trabajo trabajando como empleado de mantenimiento a cambio de un lugar para vivir –un cuarto pequeño en un motel barato—mientras Sheri pasaba por el doloroso tratamiento para el cáncer. En una ocasión, tuvo que pasar el día habiendo comido tan sólo un trozo de una dona abandonada y agua del desayuno continental gratuito en el motel.

Sheri abandonó el tratamiento y los doctores le dijeron que tan sólo viviría 18 meses.

“Había bajado mucho, mucho de peso y pensé que moriría cualquier día de estos,” dijo Sheri. “Mi esposo se había encargado de todo. Cuando le diagnosticaron diabetes, perdí la fuerza para seguir viviendo.”

Historias similares a la de la familia Shockey están sucediendo por todo EE UU. El 16 de septiembre, el Buró del Censo de Población de los EE UU anunció un 14.3 por ciento de la tasa de la pobreza para el 2009—un número que se espera crezca a medida que aumenta el desempleo. El número de personas que viven por debajo del nivel de la pobreza está en el punto más alto desde 1959, según lo dicen varias fuentes de noticias. Los ministerios bautistas del sur como el de la Iglesia Bautista Brinkley Heights ayudan a satisfacer estas necesidades.

Cansada y sin esperanza, Sheri se apareció en la iglesia Brinkley Heights en sus pantuflas.

“Fue como regresar a casa,” dijo Sheri. “Descubrí a toda una nueva familia en Brinkley.”

Una familia que, como lo describe Sheri, le ha enseñado lo que significa ser cristiano.

“La fe que tienen estas personas es asombrosa,” dijo. “Nunca lo vi cuando era niña. No entendí que la fe era necesaria. Y el estar aquí en Brinkley me ha acercado a Dios. Mi fe ha crecido tremendamente.”

Mientras habla, Sheri se sienta en el sofá de la familia Erwin, tratando de ponerle el zapato a un niño impaciente. James Erwin, su esposa Christy y sus dos hijos viven en una modesta casa cerca de la iglesia. Christy trabaja por las noches en una tienda de abarrotes y Sheri viene cada dos días a cuidar a los niños mientras su madre duerme algunas horas.

Suena el teléfono — una llamada acerca de Ron, quien ha sido admitido en una residencia para personas que necesitan cuidados médicos, dada la condición de su salud. Una enfermera reporta que se ha caído de nuevo, quizás se ha roto la cadera — otra vez.

La iglesia — la familia de Sheri — está ahí para apoyarla. James y Christy la llevan al hospital a visitar a Ron. Un grupo de hombres en la iglesia escucharon del accidente, oraron y planifican ir a visitarlo.

Durante los años, el ministerio de despensa de alimentos y el closet de ropa establecidos en la Iglesia Bautista Brinkley Heights se han convertido en una plena organización sin fines de lucro. Han satisfecho las necesidades de más de 1,500 vecinos cada año con la ayuda del Fondo Bautista del Sur para el Hambre Mundial y la generosidad de miembros de la iglesia que están dispuestos a dar algo de lo poco que tienen.

En el 2009, el Fondo Bautista del Sur para el Hambre Mundial proveyó 4.6 millones de comidas en América del Norte a través de iglesias y ministerios bautistas del sur dedicados al alivio del hambre. El hambre física no fue la única necesidad suplida. Se reportaron más de 36,000 profesiones de fe.

Este año, se necesitan $1.2 millones para las peticiones que ya se han expresado para el 2011, y sólo se cuenta con $500,000 para el resto del 2010. El Domingo del Hambre Mundial es el 10 de octubre, la época del año cuando las iglesias a menudo levantan una ofrenda especial — cuyo 100 por ciento va al fondo que provee alimentos para los desamparados.

Sheri sigue visitando ocasionalmente la despensa de alimentos de Brinkley Heights.

James, uno de los miembros pilares de Brinkley, explica que el ministerio de despensa de alimentos forma parte de las Buenas Noticias que tienen que compartir.

“Dios se dedica a amar a su creación,” explica James. “Él nos ama. Quiere que logremos algo — que hagamos algo más que sobrevivir. Quiere que tengamos vida — la eternal y la actual.”

Sheri y Ron enfrentarán unos días muy difíciles en el futuro cercano. Ella sabe que el cáncer puede regresar. La salud de Ron es una lucha constante. Pero Dios les envió una esperanza real a través de una bolsa de víveres, una invitación a la iglesia y una comunidad dispuesta a obedecer a Cristo a un precio muy caro.

“He tenido muchas cosas lindas. Cuando era enfermera ganaba buen dinero. Tenía un coche lindo, joyería linda, salíamos de vacaciones,” dijo Sheri. Una vez que pudo terminar de abrochar las cintas de los zapatitos del niño, se puso los suyos y dijo, “Pero lo he perdido todo y lo he ganado todo de nuevo y lo he perdido otra vez, y he aprendido que eso no significa nada.”

Pero, ¿qué sí significa algo?

“Tengo la vida,” dice. “Tengo una relación con Dios.”
–30–
JoAnn Bradberry es una fotógrafa y escritora sirviendo a la Junta de Misiones Internacionales. El Domingo del Hambre Mundial es el 10 de octubre. Para obtener más información sobre la manera en que su iglesia puede hacer una donación al Fondo para el Hambre Mundial, visite www.worldhungerfund.com y www.namb.net/hunger.

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  • Por JoAnn Bradberry