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Obrera en Haití ora para que la gente no olvide


PUERTO PRÍNCIPE, Haití (BP)–Esculpidas en el piso de concreto de una casa de un cuarto en Puerto Príncipe, la capital de Haití, están las palabras “Con Dios todas las cosas son posible.”

La familia que vive ahí perdió su casa el 12 de enero del 2010, cuando un terremoto de magnitud 7.0 golpeó Haití, cobró 230.000 vidas y dejó a más de 1.5 millón de personas sin hogar.

Ahora esta familia tiene de nuevo una casa que puede decir que es propia. Es una casa sencilla de 3.65 metros por 4.87 metros de bloques de cemento y madera con techo de metal.

Sin embargo, esas palabras — escritas en el lenguaje creole local — son un poderoso recordatorio de cómo Dios los ha bendecido.

“Cada vez que se paran en el umbral de la puerta, ahí están esas palabras a sus pies,” dijo Mark Rutledge, un misionero de la Junta de Misiones Internacionales que ayuda a los damnificados de Haití. En meses recientes, Rutledge ha visitado a más de 100 familias que ahora tienen nuevas casas.

“Es difícil describir el agradecimiento que la gente tiene por lo que se ha hecho por ellos,” añadió Rutledge, quien ahora está en EE.UU. pero planea regresar a Haití con su familia.

A través de un esfuerzo en equipo llamado “Rebuild Haití” (Reconstruya Haití), la Junta de Misiones Internacionales, Baptist Global Response, la Convención Bautista de Florida, Southern Baptist Disaster Relief y los bautistas haitianos planean construir 3.200 casas para fines del 2013. Y ese número podría aumentar hasta 6.200 casas, dijo Jeff Palmer, director ejecutivo de BGR.

Desde el desastre, los bautistas del sur han dado más de $13 millones en ayuda humanitaria.

Además de construir casas, estos fondos han ayudado a proveer albergues temporales, cuidado médico, alimento, suministros y agua limpia para los desesperados haitianos. Ahora, el enfoque principal es construir casas a un costo de $2.500 cada una.

“Nos gusta esta casa provisional en la que estamos trabajando,” dijo Palmer. “Es de solamente un cuarto, pero es expandible. Ellos pueden añadir otro cuarto — o dos cuartos. Eso les da algo para comenzar y luego le pueden agregar.”

Un viaje a través de la ciudad de Puerto Príncipe continúa revelando la magnitud del daño de hace un año. Miles de haitianos todavía viven bajo lonas en apretadas e insalubres “ciudades tienda.”

Los pocos haitianos cuyas casas han sido reconstruidas esparcen el gozo y el aprecio ayudando a otros en sus comunidades. Los haitianos recogen martillos, empujan carretillos junto a los voluntarios y misioneros para ayudar en la reconstrucción de casas — y vidas.

La reconstrucción también está ayudando a la economía local y proveyendo más trabajos a gente que no tiene trabajo.

“No se está solamente construyendo casas,” dijo Palmer. “Se está estimulando la industrial local también.

“Las casas se construyen con materiales disponibles [localmente],” dijo. “Haciendo las cosas localmente, se pone a la gente local a trabajar.”

Equipos de haitianos también están siendo entrenados para liderar los esfuerzos de trabajo.

“Nuestra meta es tener de 10 a 20 equipos haitianos que ayuden a construir estas casas,” dijo Palmer. “Les da a ellos propiedad, les da ingreso y un trabajo.

“A la larga, les tocará a los haitianos reconstruir Haití.”

Las iglesias locales también se están uniendo al esfuerzo y alcanzando a aquellos en necesidad.

Una de esas iglesias es la Iglesia Bautista Shiloh, la cual está ubicada en una de las muchas calles de Puerto Príncipe que fueron fuertemente golpeadas por el terremoto.

Hace un año, el desastre se llevó la vida del pastor de la iglesia, la de tres líderes de la iglesia y la de más de 20 miembros y destruyó la mayoría de las instalaciones. En las semanas siguientes al terremoto, muchos de sus 800 miembros estaban viviendo en las afueras del edificio de la iglesia bajo lonas azules.

“Todos nuestros líderes fuertes de la iglesia que eran gigantes espirituales y estaban preparados para irse con el Señor… fueron los que fueron tomados,” dijo un miembro pocos días después del desastre.

“No sabemos de dónde vendrán nuestros futuros líderes.”

Otro miembro de la iglesia añadió: “El mismo Dios que permitió que esto pasara puede reconstruirlo.”

Un año después, la congregación adora bajo el liderazgo de un nuevo pastor en la sección baja y abierta de sus instalaciones, la cual todavía está dañada pero usable. Las clases de los niños se realizan ahora bajo las lonas azules donde una vez vivieron los miembros.

“Shiloh lo está hacienda bastante bien,” dijo Rutledge, quien había asistido regularmente a la iglesia hace unos años con su familia.

“Ellos están activamente involucrados ahora en la reconstrucción de sus casas en esa área… reconstruyendo y ayudando a la gente a reparar casas.”

El evangelio también se está esparciendo a medida que las congregaciones que perdieron sus edificios se reubican en áreas donde no había iglesias, dijo Rutledge.

“Tenemos iglesias en lugares que nunca antes habían tenido iglesias simplemente debido a que el terremoto se trajo abajo el edificio,” dijo Rutledge.

“Creo que es algo enormemente positivo… continuar viendo gente que acepta a Cristo y se bautiza en las congregaciones de la iglesia que continúa.”

Equipos médicos voluntarios de EE. UU también continúan dándoles atención a las víctimas del terremoto con problemas de salud, incluyendo a aquellos afectados por la reciente epidemia del cólera. Más de 3.000 haitianos han muerto por la epidemia, de acuerdo a recientes reportes misioneros.

Delores York, misionera de la IMB vívidamente recuerda lo que fue la primera semana después del terremoto cuando ella y su esposo Sam ayudaron en la clínica médica en la frontera entre Haití y República Dominicana. La oriunda de Texas sostenía las manos de los heridos y se sentía impotente rodeada de tantos que necesitaban ayuda.

“Si su cabeza todavía estaba adherida, probablemente usted se iba al final de la lista,” dijo York. “Los que estaban en estado más crítico eran vistos primero. Algunas personas no recibieron mucha atención.”

Hoy en día, los haitianos todavía llegan a las clínicas con viejas heridas del terremoto que nunca fueron tratadas. Algunos tienen hendiduras en el cráneo; algunos se quejan de pérdida de memoria. Otros tienen huesos que no sanaron correctamente.

“No hay mucho que se pueda hacer por esas cosas,” dijo York. “Algunas veces solamente hay alguien que toma el tiempo para dar atención y mirar y algunas veces orar por ellos.”

York cree que el terremoto de Haití ha sido un llamado al despertar espiritual para muchos haitianos. Pero a medida que pasa el tiempo, ella reconoce que el poder del despertar podrá declinar.

“Todo esto se extinguirá… pero la gente está dispuesta a hablar de Dios, gente que normalmente no lo haría,” dijo ella, hacienda notar que algunos brujos vudú se han vuelto a Dios desde el terremoto.

York dijo que mientras Haití se desvanece de las páginas principales de las noticias, ella ora para que los bautistas del sur no olviden lo que pasó allí.

“Usted no lo ve en las noticias, pero ellos necesitan oración,” dijo. “Si usted no pudiera enviar dinero, si no pudiera ir y ayudar en la construcción, todos podrían orar.

“La crisis no ha pasado,” dijo. “Va a ser un recorrido largo.”
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Alan James es redactor de la Junta Internacional de Misiones. Para obtener más información sobre la iniciativa bautista del sur “Rebuild Haití,” visite www.gobgr.org o www.flbaptist.org.

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