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Pastor de Richardson deja atrás su sueño de ser futbolista para seguir el llamado de Dios al ministerio.

José Arzate y su esposa, Natalie, han seguido la dirección del Señor, incluso cuando eso les ha requerido cambiar sus propios planes.


José Arzate tenía una visión clara de su vida cuando era joven: quería jugar fútbol profesional en los Estados Unidos y posiblemente incluso ser entrenador.

El siguiente paso en ese viaje sería una parada en la Universidad West Texas A&M, donde le ofrecieron una beca para jugar al fútbol americano en el 2013. Arzate, junto con sus padres y hermanos, hizo el traslado de 14 horas a Amarillo para poder perseguir su sueño en Canyon. 

La transición, sin embargo, fue más dura de lo que podían imaginar. Su familia no pudo encontrar vivienda ni trabajo y en ocasiones tuvieron que depender de la generosidad de otros para comer. Luego las cosas empeoraron. El entrenador que quería que Arzate jugara fútbol en la universidad se marchó y trajeron a un nuevo entrenador.

Eso cerró la puerta para que Arzate jugara fútbol allí. Él sintió que había defraudado a su familia y que su mundo se desmoronaba. Dos años más tarde, en medio de una continua incertidumbre, él llamó a su antiguo pastor, Rolando Aguirre.

“Las cosas no salieron como yo había planeado”, le dijo Arzate a Aguirre.

“Me alegro de que no funcionaran”, respondió Aguirre, “yo pude ver que eso no era para ti, porque tienes un llamado al ministerio [pastoral]”.

Nunca le había pasado por la mente ser pastor, pero después de la conversación, Arzate empezó a ver su vida con otros ojos y a sentir que Dios lo movía en una nueva dirección. 

“Si no hubiera pasado por ese desierto”, dijo Arzate, “no habría entendido que tenía un llamado pastoral”.

Dios ahora estaba abriendo nuevas puertas. Arzate se matriculó en el Seminario Teológico Bautista Southwestern y respondió a un llamado para servir como pastor interino de jóvenes en una iglesia de Amarillo. Fue en esta iglesia donde conoció a su esposa, Natalie, que participaba activamente en la adoración y las misiones. Mientras servían juntos en la iglesia, vieron la necesidad en su comunidad de una congregación hispana bíblica centrada en Cristo. Ya que Dios había puesto en su corazón comenzar tal obra, Arzate se ofreció como voluntario para ayudar a su iglesia a comenzar un ministerio hispano.

Poco sabía él, que Dios pronto cambiaría el camino de Arzate una vez más.

‘Plantar es una carrera de largo tramo’

En poco tiempo, otro pastor de Amarillo, Andrew Hébert de la Iglesia Bautista Paramount, se acercó a Arzate para pedirle consejo sobre cómo iniciar un ministerio hispano en su propia iglesia. Los dos hicieron una fuerte conexión ese día, y finalmente Paramount invitó a Arzate a dirigir ese nuevo ministerio hispano.

Dios bendijo grandemente el ministerio. En menos de seis meses, 20-30 personas asistían al servicio hispano de la iglesia. Cuando se cumplió un año, ya asistían 100 personas. Los Arzate permanecieron allí por dos años antes de responder a un llamado para dirigir el ministerio en Español de la Iglesia Bautista de Travis Avenue en Fort Worth. 

Fue en Travis Avenue donde Dios comenzaría a guiar a Arzate en una nueva dirección. Aunque su llamado al ministerio lo había llevado principalmente a congregaciones y esfuerzos en español, él y Natalie comenzaron a ver la necesidad de ministrar a poblaciones ignoradas, dentro de entornos multiculturales.

Lo que siguió fue otra llamada, literalmente, de la Iglesia Bautista Northrich de Richardson. Los líderes de la iglesia se pusieron en contacto con Arzate para compartir con él su visión de poder llegar a una población más diversa. Le dijeron a Arzate que esa iglesia, que había sido una sólida y conocida en la comunidad, estaba en declive. Les costaba llegar a los jóvenes. Se necesitaba una nueva visión, y le preguntaron a Arzate si quería venir a dirigir la iglesia.

Una vez más, Arzate respondió al llamado. Sólo que esta vez, en lugar de empezar una iglesia desde cero, él y los líderes de Northrich se enfrentaron a una decisión: ¿replantar, revitalizar o relocalizarse? Finalmente, se puso en contacto con la Convención de los Bautistas del Sur de Texas, que ayudó a la iglesia a tomar la decisión de replantar.

Trabajar con la SBTC aportó valiosos beneficios, dijo Arzate. Tanto él como su esposa empezaron a recibir formación para plantar iglesias. También comenzó a desarrollar una estrecha relación con Julio Arriola, quien dirige Send Network SBTC, una asociación de plantación entre la SBTC y la Junta de Misiones Norteamericanas. Arzate dijo que Arriola ha servido como uno de sus mentores.

“José tiene una pasión profundamente arraigada por la plantación de iglesias multiculturales”, dijo Arriola. “Él reconoce la importancia de predicar y servir a una comunidad que abarca una variedad de etnias, no se limita a los hispanos o anglos, sino que incluye una multitud de grupos étnicos.”

Debido a su deseo de alcanzar a la comunidad, Northrich adoptó un nuevo nombre durante el proceso de replantación: The Bridge Church. Como su nombre indica, la iglesia quiere ser un puente entre las naciones y el evangelio de Jesucristo. Desea conectar a las personas con la Palabra de Dios, con otras personas y con el propósito que Dios les ha dado.

Arzate sabe que el trabajo no será fácil. Siente que otra parte de su ministerio es animar a otros plantadores que pueden desanimarse cuando no ven el progreso tan pronto como les gustaría, así como otras personas lo han animado a él a lo largo del camino.

“Cada semana he considerado tirar la toalla porque es difícil”, dice Arzate. La plantación es una carrera de largo tramo. Es para el que perdura, y no para el que [quiere ver] frutos rápidamente. Cuando una visión se trata de alcanzar a las naciones y a las próximas generaciones, el enemigo se inquieta y ataca para traer desánimo, pero Dios nos da las fuerzas para perseverar y cumplir Su propósito, mediante la oración.”

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  • Por Arlene Sanabria