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SABORES: Cocina estilo Amazonas profundiza la fe de algunos


NOTA DEL EDITOR: IMB ha publicado una serie de historias relacionadas con la manera en que la comida puede ser usada como herramienta para establecer relaciones y para compartir el evangelio. Aquí se encuentra una de esas historias de la serie que Baptist Press publicará periódicamente.

AMAZONAS (BP) — En la selva amazónica, donde las amenidades modernas son escasas o quizá no existen, aun las necesidades más básicas de la vida pueden presentar un reto. La falta de electricidad, los ingredientes limitados y las limitadas cantidades de combustible hacen que cocinar sea más difícil en estas aisladas áreas rurales.

A pesar de los desafíos, muchos misioneros de IMB siguen el llamado de Dios a trabajar en estos duros ambientes compartiendo el evangelio entre los muchos residentes de la selva que nunca han oído el nombre de Jesús.

Los misioneros que se dirigen a los lugares selváticos en Sudamérica son enviados al campamento de entrenamiento de la selva de IMB, donde son enseñados a atender los nuevos desafíos — incluyendo a cocinar de nuevas maneras.

Los líderes de entrenamiento Charles y Brittany Shirey, quienes han vivido en la selva del Amazonas cerca de 13 años, les enseñan a los novatos de la selva a cocinar para su familia con solamente unos pocos ingredientes simples.

Algunos ingredientes, como bicarbonato, polvo de hornear y aceite de maní, pueden ser llevados de ciudades cercanas cuando los misioneros viajan de ida y vuelta desde sus áreas asignadas. Pero los límites de peso de los aviones y los pequeños espacios de almacenaje significan que otros artículos deben ser buscados, conseguidos o comprados en las comunidades adentro de la selva.

El pescado es una fuente común de carne, junto con la poca caza y el ocasional caimán (tipo de lagarto) o mono. Las frutas no siempre están accesibles.

En el campamento de entrenamiento selvático, los misioneros de la Junta de Misiones Internacionales pueden comprar algunos artículos básicos, como arroz, harina, azúcar y fideos, en algunas tiendas extrañamente abastecidas a las que se puede llegar en canoa. En la mayoría de esas tiendas — y solamente hay unas pocas — estantes completos están llenos de sardinas en salsa de tomate, uno de los artículos favoritas de los lugareños.

Para ayudar a enseñar a estos misioneros a cocinar en la selva y ayudarlos a que no tengan que depender de pescado empapado en tomate, los Shirey han incorporado un segmento de cocina en el programa de entrenamiento.

“Les enseñamos a todos los aprendices cómo hacer una fogata y luego tenemos una sesión para mujeres sobre cocinar en lugares remotos,” explica Brittany Shirey. “Luego tenemos una competencia de cocina con las mujeres y sus hijos. Se les dan cuatro ingredientes y ellos pueden añadirles tres, y luego cocinan al aire libre. Un juez escoge el mejor platillo.”

Sin embargo, la limitación de los ingredientes no es el único reto para cocinar en la selva.

“Los aprendices no tienen refrigeración,” dice Shirey. “También están muy limitados el agua y el propano.”

No tener refrigeración significa que toda carne debe ser fresca, lo que hace imposible acopiar cosas como el pollo o el pescado. El agua de lluvia, que sirve para beber, cocinar y bañarse, es recogida en recipientes grandes y luego bombeada hacia las cabinas de los aprendices. Si se les acaba el agua, deben esperar hasta la próxima lluvia para obtener más.

Para Scott y Lisa Williams,* mantener una buena actitud frente a estos obstáculos es esencial. La pareja y sus cuatro hijos estuvieron entre los primeros en pasar por el entrenamiento para ayudarse a vivir entre una remota etnia no alcanzada en México.

La nutrición es una gran preocupación para la familia. Sin embargo, ellos escogieron ver su llamado como una oportunidad en vez de una batalla.

“¿Cuántas veces, cuando estás dejando EE.UU., la gente te dice: ‘ay, estás dejando mucho, tus hijos se van a perder de mucho?'” bromea Scott Williams. “Claro que sí, mis pobres hijos han tenido que ir a la selva y han tenido que comer caimán y piraña. ¡Pobres niños!”

A través del aprendizaje de nuevas técnicas y de compartir recetas originales los unos con los otros, los aprendices se preparan para ajustarse a los desafíos con imaginación, buen humor y lo más importante, una profunda dependencia en Dios.

“Hay una diferencia entre sobrevivir y prosperar,” dice Williams. “Ustedes me ponen casi en cualquier parte y sobreviviré, pero prosperar es diferente. Se trata de lo que hagas con lo que tienes. Tienes que llevarlo al Señor y solo confiar en él.”

Cuando los retos de vivir en la selva se ponen duros — y a menudo pasa eso — la pareja se recuerda a sí misma que lo que están haciendo no se trata de ellos o su comodidad. Como el resto de las familias que han pasado por el campamento, ellos saben que se trata de hacer a un lado sus vidas para hablarles a otros de Jesús.

“Quiero decir, cuando Dios te dice que vayas, tú vas,” dice Williams. “¡No importa qué! Si no vamos y les decimos a esta gente, ¿quién irá? Ellos están allá, y son difíciles de alcanzar, y muchos de ellos nunca han oído. Así que vas, y confías en que Dios tendrá cuidado del resto.”
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*Nombres cambiados. Emily Pearson sirvió como escritora de IMB en América. Obtenga los titulares y últimas noticias en Twitter y en su correo electrónico.

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  • Por Emily Pearson