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Hecha nueva en Rio de Janeiro


RIO DE JANEIRO (BP)–El rostro de Viviane Avelina Bezerra no concuerda con su historia. La tímida brasileña de 25 años de grandes ojos café y sonrisa amable se presenta con tal humildad y gentileza que no se podría suponer que, hace tan solo un año, Viviane vendía su cuerpo solo para sobrevivir.

Pero eso fue antes de que ella encontrara a Jesús.

“Ahora, cuando me miro al espejo, me siento victoriosa,” dice Viviane. “Sobreviví gracias a la presencia de Dios en mi vida.”

La niñez de Viviane fue interrumpida cuando su madre, quien era madre soltera, murió repentinamente dejándola sola con una hermanita de 5 años. Viviane tenía solamente 15 años.

“Fue un shock; en el momento en el que mi mama murió, pensé que Dios no era real,” dice Viviane, “porque, ¿cómo podía él llevarse a mi mamá y dejar dos niñas solas?”

Casi al mismo tiempo, Viviane se convirtió en madre soltera, lo que añadió más a su angustia. Repentinamente, ella fue responsable de criar tanto a su hermana como a su hija. Sin nadie que la ayudara, hizo lo mejor que pudo para tener un ingreso haciendo manicuras y vendiendo verduras en la calle.

“Fue muy difícil,” dice Viviane. “Ni siquiera me gusta recordarlo, porque lloro.”

Viviane luchaba con mucho más que llegar a fin de mes. Desesperada por apoyo emocional y espiritual, comenzó a servir en un templo Candomblé. Candomblé es una religión afro-espiritista popular en Brasil; la madre de Viviane había estado profundamente involucrada en ella al tiempo de morir.

“Pensé que iba a llenar el vacío de mi vida,” recuerda Viviane. “Yo no aceptaba que los cristianos me hablaran” tratando de compartir el evangelio.

Pero la situación de Viviane solamente empeoró. Perdió el trabajo, luego su casa. Viviane rápidamente se desesperó por obtener una manera de alimentar a su hija y a su hermanita.

Ahí fue cuando vio un anuncio en el periódico. La prostitución es legal en Brasil, y la gente solicita trabajadores del sexo aun en los clasificados.

Viviane sintió que no tenía otra elección sino “ser prostituta para alimentar la gente de su casa.”

A Viviane no le gusta hablar mucho de los ocho meses que trabajó en el comercio del sexo. Pero aquellos cercanos a ella saben algo de lo que ella pasó.

Ella ha compartido su historia con Eric y Ramona Reese, misioneros de la Junta de Misiones Internacionales en Rio de Janeiro que han aconsejado y discipulado a Viviane.

“Ella fue forzada a hacer cosas que nadie debería hacer,” dice Eric. “Algunas cicatrices y marcas que ella sufrió, nadie debe sufrirlas.”

Pero Dios no había olvidado a Viviane, y en sus momentos más oscuros dejó que una luz brillara. Una tía de Viviane finalmente la encontró y la ayudó; como era cristiana, la tía le compartió el evangelio.

“Antes de Cristo, yo no tenía vida,” dice Viviane. “Y entonces encontré a Jesús. Hoy, entiendo la diferencia que hace que Dios nunca me abandonara.”

Viviane abandonó Candomblé, dejó la prostitución y le dio su vida a Dios. Pero voltear su vida fue un proceso lento.

“Cuando dejas de ser una prostituta, es difícil encontrar un trabajo,” explica Viviane. “Hay mucho prejuicio.”

De nuevo, buscó trabajo en el periódico. Esta vez, Dios la guió a un tipo de trabajo muy diferente: Los Reese andaban buscando una ayudante doméstica.

No fue hasta que ella tuvo varios meses de trabajar con ellos que Viviane se abrió acerca de su pasado.

“Cuando ella me dijo por lo que había pasado, yo lloré,” dice Ramona Reese. “Estábamos de pie en la cocina, y le dije: ‘Me siento honrada.’ Debido a que tenemos trabajo de misión entre las prostitutas, y siempre estamos tratando de encontrar ‘¿cómo podemos ayudar a alguien?’ Resultó que estábamos ayudándola en la etapa final.”

Ahora, Viviane vive en un apartamento seguro cerca de los Reese. Su hija y su hermana ahora viven con su tía, pero ella todavía las ve. Y Viviane está permitiendo que su luz brille cada vez que ella puede.

“Ella se siente honrada solo por ser hija de Dios,” dice Ramona. “Desea muchísimo servir a Dios. Quiere aprender tanto como pueda, y quiere compartir lo que aprende.”

Viviane comparte su testimonio con aquellos que la escuchen, tiene devocionales diarios con Ramona e inclusive tiene estudios bíblicos en su nueva casa.

Su hogar, dice ella, “no es mi casa. Esta es la casa de Dios.”

“Ella es una persona que no va a quejarse de su pasado,” añade Eric. “Ahora ella solamente está mirando hacia el futuro, y es más brillante y mejor con Jesús.”

Viviane pide oración para poder permanecer sólidamente en la presencia de Dios, porque, dice, es importante tener el apoyo en oración de otros para su vida financiera, espiritual y emocional.

“Soy libre,” dice Viviane. “Mi dignidad — Dios me la dio de nuevo; el amor de Dios significa todo.”
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Tristan Taylor escribe para la IMB en las Américas.

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  • Por Tristan Taylor