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MISIONES EN LOS EE UU: 8 ideas para un viaje misionero exitoso.


CLEVELAND, Ohio (BP)–Cuando comiences a planear tu próximo viaje misionero, toma en cuentas estas ocho ideas para que sea exitoso. Por favor, ora acerca del lugar en dónde Dios quiere que sirvas y aprende de tus experiencias.

Comienza a planear con anticipación. Entre más tiempo tengas para planear tu viaje, poner una fecha y escoger un lugar, mejor oportunidad tendrás para encontrar hospedaje económico, especialmente si planeas quedarte en una iglesia; tienden a llenarse pronto si hay muchos viajes misioneros visitando esa área.

Las ventajas de una visita antes del viaje. Si planeas dirigir un equipo misionero, nunca subestimes el valor de hacer una visita antes de llevarlo al lugar que decidieron ir. Hacer este viaje permite conectarte con la iglesia local o misionero a quien vas a servir y familiarizarte con el área. Separa un tiempo para visitar las diferentes opciones de hospedaje posibles, el sitio misionero y las oportunidades para recreación.

Entrena a tu equipo. Siempre hay que entrenarlo antes de la experiencia misionera para asegurarse que haya tiempo para aclarar dudas y tener una efectividad más completa. Sugerimos que se requieran un par de sesiones de entrenamiento para asegurarse que la gente está comprometida para servir y construir una comunidad dentro del grupo. Antes de partir, capacita a tus voluntarios en el área en la que han de servir. Asegúrate que esta capacitación incluya cómo compartir el Evangelio efectivamente en la cultura en la cual estás ministrando. No olvides incluir capacitación en tus tareas misioneras específicas. Pon el material en las manos de los maestros lo antes posible.

Encuentra el hospedaje adecuado. Aprovecha las oportunidades de hospedaje que ofrecen las iglesias locales. Muchas iglesias ofrecen espacio para hospedarse, para tener reuniones y cocinas para preparar los alimentos. Si planeas quedarte en un hotel, encuentra uno que tenga cocina en alguno o todos los cuartos para así ahorrar dinero, en lugar de comer fuera todo el tiempo. Aprovecha los servicios del hotel como el desayuno gratuito. Esto puede ahorrar $5 por persona, por día. Algunos hoteles ofrecen servicio de abarrotes o salones para juntas donde servir alimentos o tener un tiempo devocional; otros incluso tienen servicio de lavandería por un costo mínimo. No olvides, muchos hoteles ofrecen descuentos en restaurantes locales.

Sé flexible. Entra en tu área de ministerio con un corazón dispuesto a aprender y unos oídos dispuestos a escuchar. Escucha a los líderes ministeriales con quienes vas a servir. Recuerda, ellos conocen mejor el campo misionero. Deja de lado tus intereses personales y sirve de acuerdo al propósito de la iglesia local. Sé flexible—quizá te prepares para una fiesta del barrio pero llueva ese día. ¡No te desanimes! Dios te tiene allí por alguna razón; busca esas oportunidades inesperadas para servir.

Discute el seguimiento. Pide a los líderes ministeriales que te expliquen su plan para darle seguimiento a la gente que conozca tu equipo. Pregúntales con anticipación para que así la iglesia tenga preparada una estrategia antes de que ustedes lleguen.

Incluye un dinero extra en tu presupuesto. Los gastos inesperados tienden a ocurrir. Prepara un mínimo de $20 por persona para gastos adicionales. De esta manera, si hay gastos inesperados, los podrás cubrir. Si no gastas ese dinero, puedes devolvérselo a cada miembro del equipo o hacer un regalo especial para el ministerio al cual han servido. Asegúrate de no gastar este dinero antes de regresar a casa. ¡Nunca sabes cuándo va a haber un imprevisto en el camino de vuelta!

Ahorros exentos de impuestos. Asegúrate de aprovechar tu estatus de exención de impuestos cuando pagues en restaurantes y hoteles. Avisa a tu mesero antes de que traiga la cuenta para que haga el total correctamente la primera vez.
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Deborah Avery sirvió como asociada de movilización en Cleveland Hope en la ciudad de Cleveland, Ohio. Actualmente sirve junto con su esposo en la Iglesia The Bridge en Perry, Ohio.

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  • Por Deborah Avery