fbpx

BIRMINGHAM, Ala. (BP)–La única manera de tener una sana autoestima y sentirnos realizados en la vida es a través del servicio.

Toda hija de Dios tiene la potencialidad de servirle, porque así fue diseñada por el Creador.

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, no sólo los hizo a su imagen y semejanza, sino que también les encargó a ambos la administración de la creación. Génesis 1:28 dice: “Y los bendijo Dios, y les dijo:…llenad la tierra, y sojuzgadla.” Si Dios hizo este encargo a la mujer es porque Él la hizo con inteligencia, voluntad, sensibilidad y capacidad para desarrollar las destrezas necesarias para cada tipo de servicio. Si fuimos diseñadas para servir, la única manera que tenemos para ser felices y realizadas en la vida es por medio de experimentar la sensación de ser útiles.

Las hijas de Dios le han servido en todos los tiempos.

Las siervas de Dios que encontramos en la Biblia nos sirven de ejemplo e inspiración. Mirián, la hermana de Moisés, servía al Señor dirigiendo al pueblo en alabanza y adoración. Rahad, la ramera, ayudó a los israelitas en la conquista de Canaán. Marta recibía a Jesús en su casa y le servía. María Magdalena llevó el mensaje de Jesús a sus discípulos. Febe fue sierva fiel de la iglesia de Cencrea. Dorcas, la costurera, ayudaba a los necesitados. Las cuatro hijas de Felipe eran profetizas.

Las hijas de Dios son instrumentos útiles en el día de hoy.

Dios sigue usando a todas las mujeres que quieren ser sus siervas: las tímidas, las expresivas, las elegantes, las poco atractivas, las jóvenes, las mayores, las ilustradas, las no estudiadas. El único requisito es la disposición a servirle.

Servir al Señor con los dones que Él nos ha dado es nuestro privilegio. Quitemos los obstáculos que nos impiden servirle como el creer que no somos capaces o que no podemos, u ocuparnos en demasiadas cosas.
–30–
Artículo de Nuestra Tarea, marzo-abril-mayo 2008. Para suscribirse: 1-800-968-7301 o www.wmustore.com.

    About the Author

  • Por Amparo de Medina.