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Superando el temor de dirigir un ministerio de tráfico humano


RICHMOND, Va. (BP) — Un frio viernes de enero, a la media noche, Loree Becton está de pie en una esquina sobre la carretera Jefferson Davis en Richmond, Va. — un área notoria por sus niveles de prostitución y crimen.

Ella ha cambiado mucho.

Hasta hace unos meses, Becton –esposa del pastor Mark Becton, de la Grove Avenue Baptist Church en Richmond—tenía que susurrar la palabra “prostituta” y se sonrojaba al decirla. Ahora, ella está presente entre ellas, orando por una oportunidad de decirles a las mujeres de la calle lo mucho que son amadas.

En el caso de Becton, un ministerio para las víctimas del tráfico humano en Richmond comenzó en junio del 2011 con una simple oración de sometimiento.

“Señor, ¡me rindo!” fue su oración. “Me someto a cualquier cosa que Tú quieras que haga.”

Primero, tuvo que aprende muchísimo.

Enfrentando el problema

El tráfico humano es el comercio ilegal de personas — especialmente de mujeres y niños — con el propósito de explotación sexual comercial o trabajos forzados. El Departamento de Estado de los EE UU calcula que cada año hay entre 600,000 y 800,000 hombres, mujeres y niños traficados en fronteras internacionales.

A nivel nacional, el tráfico humano es difícil de cuantificar, explica Krystal Gandola, una vocera del Centro Nacional para Niños Perdidos y Explotados (NCMEC, por sus silgas en inglés).

“Nadie sabe con certeza el número exacto de niños víctimas del tráfico sexual en los EE UU,” dice Gandola. “Creemos que el tráfico sexual de un niño es un asunto tan grave como un niño perdido.”

De los 60,000 casos de niños perdidos reportados a NCMEC entre el 2008 y el 2012, más de 48,000 — equivalente al 81 por ciento — son niños que escapan por estar en una situación peligrosa. Esos niños, muchos de los cuales están en el sistema de beneficios sociales cuando huyen, escapan voluntariamente de la casa pero no pueden sostenerse a sí mismos. Están en una situación particularmente vulnerable para caer en la “manipulación y falsas promesas” de los traficantes, explica Gandola.

Si esta información no fuera lo suficientemente alarmante para Becton, el caso local fue incluso más preocupante. Hasta septiembre del 2013, el Polaris Project — una organización sin fines lucrativos que aborda el tráfico humano a nivel mundial—identificó a Virginia como uno de los doce estados a nivel nacional que no están abordando efectivamente el tráfico humano dentro de sus fronteras. Según la definición de Polaris, este estado no provee la legislación adecuada en contra del tráfico humano, entrenamiento sobre el tráfico humano para sus oficiales o un refugio para las víctimas.

“¿Realmente está pasando esto justo en frente de mi nariz?” se preguntó Becton.

“Sí,” dijo Sara Pomeroy, directora de Richmond Justice Initiative, una organización sin fines lucrativos involucrada en esfuerzos locales en contra del tráfico humano. “Las intersecciones de las carreteras interestatales 64, 95 y 295 –y la cercanía de la ciudad con Washington, D.C. — convierten a Richmond en un lugar atractivo para los traficantes.”

Haciendo las preguntas adecuadas

Armada con esta información, la pregunta para Becton era, “¿Qué hacemos ahora?”

Al inicio, ella tuvo que esperar.

“Durante varios meses después de su oración inicial de sometimiento, algunas mujeres comenzaron a acercárseme, preguntando, ‘¿De qué manera se está involucrando tu iglesia en contra del tráfico humano?'” recuerda Becton. “Yo les contesté, ‘¡No estamos involucrados!'”

Entonces Becton comenzó a explorar la idea de un ministerio para las mujeres explotadas en Tailandia. Mientras aprendía más sobre este tipo de esfuerzo, comenzó a pensar en diversas maneras en que se podría involucrar más en alcanzar a las mujeres explotadas en Richmond y en todo el mundo.

El primer paso de Becton involucró una reunión con un grupo de oración de mujeres. El grupo pequeño comenzó a reunirse regularmente, orando que Dios les mostrara pasos específicos que Él quería que ellas tomaran. Y al poco tiempo, nació el ministerio “Precious to God”, basado en el salmo 72:14.

“El salmo 72:14 en la NVI dice, ‘Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida,'” dice Becton. “Ese versículo es una promesa poderosa de lo que Dios quiere hacer por las mujeres traficadas.”

Becton y su equipo también comenzaron a hablar con las autoridades y a investigar el trabajo que otros estaban haciendo en la lucha contra la explotación en la ciudad. Al poco tiempo aprendió que varias iglesias y organizaciones están involucradas en partes de la lucha en contra del tráfico humano: la prevención, la intervención y el cuidado de seguimiento. Pero no había una organización que estuviera haciendo todo eso a la vez.

“No queremos duplicar lo que otros ya están haciendo,” dijo Becton. “Yo veo a Grove Avenue teniendo el papel de unir estas organizaciones, de una u otra manera.”

Ariesgándose

El 1º de junio del 2013, Becton presenció un destello de cómo sería este tipo de cooperación en el Hotel Richmond durante la “Sexpo” — un pequeño show de comercio de las estrellas locales de la pornografía y las exhibiciones eróticas. Cuando algunas iglesias y organizaciones anti-tráfico supieron de este evento, comenzaron a orar juntas sobre la mejor manera de influenciar a aquellos que asistieran a esta convención.

Anastasis International Ministry, un grupo local que se enfoca en ayudar a las mujeres que sufren, compró un espacio de exhibición en la convención y ofreció masajes gratuitos para los pies y bolsas con regalos provistas por New Life Women’s Center, un ministerio de la iglesia Cornerstone Assembly of God. Otros, incluyendo a un grupo de Grove Avenue, compraron boletos e hicieron una caminata de oración dentro del salón de exhibiciones.

Para evitar provocar controversia y facilitar conversaciones enfocadas en el Evangelio, ninguno de ellos se identificó abiertamente como cristiano o anuncio tener una afiliación con una iglesia en particular. Mientras el equipo de Anastasis armaba su exhibición, escucharon que varios asistentes decían, “Me pregunto dónde están todos los cristianos. Pensé … que iban a venir a protestar.”

Las mujeres de Anastasis no dijeron nada. Terminaron de armar su exhibición y ofrecieron masajes de pies durante toda la tarde. Al final del día, escucharon que algunos de los presentes volvieron a decir, “¿Dónde están los cristianos? ¿Dónde está la iglesia? Estaba seguro que las iglesias estarían aquí afuera con sus pancartas.”

Las mujeres de Anastasis sonrieron y decidieron comenzar la conversación.

“Nosotras somos la iglesia,” dijo una de los miembros. “Y hemos estado aquí todo este tiempo.”

Avanzando

Es este tipo de conversaciones cara a cara es lo que desea tener Becton con las mujeres que sufren. Así conoció a Valerie Carter, pastora asociada de ministerios “glocales” (globales/locales) en Bon Air Baptist Church en el área metropolitana de Richmond. Durante varios años, Carter y un grupo pequeño de las iglesias en el área, habían estado haciendo caminatas de oración en las zonas rojas de Richmond un viernes por la noche, mensualmente.

Con los años, Carter y su equipo han tenido innumerables conversaciones y oraciones con mujeres y travestis que trabajan en la zona roja cercana a la autopista Jefferson Davis. Actualmente, Carter y otro grupo de miembros, dan seguimiento regular a dos mujeres jóvenes que conocieron hace unos meses.

Aunque es difícil calcular el número de vidas cambiadas, Carter confía que Dios está obrando en las vidas de quienes ella ha tenido la oportunidad de conocer.

“Nunca sabemos cuántas mujeres u hombres han buscado ayuda gracias al movimiento de Dios en sus vidas y nuestra presencia con la luz de Cristo en un lugar obscuro,” dijo Carter.

Aunque en varias ocasiones Becton ha hecho caminatas de oración con el equipo de Valerie, todavía no ha desarrollado relaciones con las mujeres en la calle. De hecho, ni siquiera ha visto a la misma persona dos veces.

“El contacto cara a cara no ha sucedido tan bien como yo hubiera querido,” reconoce. “Pero continuamos orando por oportunidades de compartir sobre Jesús personalmente.”

En un esfuerzo por facilitar más conversaciones en el distrito de la zona roja, el equipo de Becton ha comenzado a dar “paseos de oración en el auto” sobre la autopista Jefferson Davis y en otras áreas, durante el día.

“Nos damos cuenta que debemos orar por esta área durante las horas del día si es que esperamos poder alcanzar a alguna mujer por la noche,” dice Becton. “Al hacerlo, estamos confiando en que el Espíritu de Dios vaya delante de nosotros y nos guie hacia quienes Él quiere que conozcamos.”

El equipo también está explorando otras diferentes opciones para facilitar las discusiones cara a cara, incluyendo el inicio de estudios bíblicos con mujeres de las zonas rojas, contactando a mujeres que anuncian servicios de acompañamiento a través de varios sitios web, ofreciendo orar con las mujeres arrestadas por prostitución y reuniéndose con mujeres encarceladas por prostitución cuando son liberadas.

Becton dijo que ella sabe que todas estas opciones están llenas de peligro y dificultad.

“Hemos descubierto que no hay un lugar realmente seguro cuando ellas son liberadas de la cárcel,” dice. “Hay un par de organizaciones en la ciudad que ofrecen algún nivel de convalecencia a las mujeres explotadas, pero no están equipadas para ofrecer cuidado residencial de largo tiempo.”

Frente a esos desafíos, Becton y su equipo continúan abriéndose camino paso a paso.

“El ministerio está desorganizado,” explica ella. “Yo quiero un plan concreto, pero así no es como el Señor nos ha estado guiando.”

Así que, por ahora, Becton y su equipo continúan orando.

Ellos oran por una continua concienciación del tráfico humano entre los creyentes.

Oran por relaciones fuertes entre las iglesias y las organizaciones del mismo sentir que están involucradas en la lucha contra el tráfico.

Más que todo oran para que Dios los guíe a llegar junto a las mujeres heridas para mostrarles el amor de Dios.

“Solamente podemos hacerlo paso a paso,” dice Loree.

Ore por el equipo de Becton en su preparación para hacer su primer viaje internacional el próximo año para trabajar con mujeres explotadas. Si tiene interés de aprender más acerca de los ministerios internacionales entre los explotados, visite http://onelifematters.org/. Para conectarse con el equipo de Loree, envíe un correo electrónico a [email protected] o visite su página de Facebook, Precious to God.
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Ann Lovell escribe en Richmond, Virginia, y ha servido 13 años como obrera cristiana en Asia. Esta historia apareció primero en Proclaimer, una publicación de la Convención Bautista del Sur de Virginia.

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