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EDITORIAL: Con pies de plomo


En tiempos cambiantes y turbulentos, el invertirnos en las personas y especialmente en las generaciones más jóvenes puede parecer una distracción comparado con las realidades de la vida diaria y rutinaria. Esto es especialmente cierto en épocas como estas cuando tantas personas están inquietas y preocupadas con la economía, la pandemia, el uso de armas, la violencia y tantas cosas más. Tratamos de balancear las demandas del trabajo, la educación de los hijos, la salud de la familia y las cosas espirituales de alguna u otra manera. Como creyentes sabemos que nada es más importante que aquello que está en el corazón de Dios porque de él emana la vida.

Cuando una situación requiere calma, actuar con cautela, disimulo, sin prisas y con la máxima precaución posible solemos decir ‘hay que andar con pies de plomo’.

Usamos esta expresión para resaltar la importancia de que lo que hacemos debemos hacerlo enfocados y muy diligentemente. El origen de esta expresión proviene del calzado utilizado por los buzos cuyas botas van recubiertas de plomo para así poder andar con seguridad sobre el fondo del mar cuando se sumergen. Nunca he buceado pero si me he metido lo suficiente en el agua para saber lo fácil que es flotar cuando trato de sumergirme o cuando trato de explorar en la profundidad. Este tipo de calzado es utilizado por aquellos que llevan una escafandra, el traje de bucear completo que incluye un casco herméticamente cerrado con cristal frente a la cara y orificios para los tubos de respirar. Cuando los buzos realizan trabajos en el fondo del mar o por la superficie de algún barco hundido, estos deben caminar con mucha seguridad. El mejor método es llevar zapatos bien pesados recubiertos de plomo, que les da estabilidad en el suelo.

Cuando somos confrontados con situaciones inestables y difíciles, podemos sentirnos seguros en confiar en aquel que no se equivoca y tiene al mundo en sus manos. Basados en las promesas de Dios y el haber comprobado su fidelidad en nuestra vida podemos avanzar y echar mano de lo que tenemos por delante. Llevar el evangelio y enseñar su palabra a otros nos permite caminar en suelos profundos de forma segura sabiendo que estamos invirtiendo en lo eterno y en lo que vale la pena. Esto debemos tenerlo presente si queremos avanzar la agenda de Dios con pies de plomo. Implica ser buenos mayordomos del tiempo, las oportunidades, los talentos, las relaciones y los recursos que tenemos a nuestro alcance.  Enfocarnos en lo importante, las personas (almas) y Su palabra, debe ser nuestra prioridad. Es muy fácil desviarnos de la tarea fundamental de la iglesia de predicar el evangelio y hacer discípulos en medio de tantas distracciones.

Hoy muchos están sumergidos en discusiones vanas e inútiles. Algunos se han desviado en su línea de conducta enredándose en teorías humanas que terminan en pleitos de poca importancia. Su amor por Cristo se ha enfriado. Están enredados en contiendas y discusiones que no tienen provecho y carecen de sentido. Olvidan el primer mandamiento y los otros que le siguen. Necesitamos un buen traje de buzo para andar con pie de plomo en estos días. Es pertinente recordar que Dios nos tiene acá para estos tiempos, para seguir haciendo lo importante y para lo que se nos ha pedido que hagamos: Id y haced discípulos de todas las naciones. No te confundas. Esta es la medida de nuestro éxito. Marcha hacia adelante con pies de plomo y no te detengas.

Porque Él vive.

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  • Luis R. López

    Luis R. López es Director Asociado de Misiones y Trabajo Étnico de la Asociación Bautista del Condado de Robertson en Tennessee.

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