ZACHARY, La. (BP)–“Esperábamos que lo que pasaba en Afganistán pasara aquí también.”
Esas palabras, y la cara de la mujer iraquí que las dijo, se han quedado conmigo por casi nueve años. Desde el día en que me paré en una vieja iglesia anglicana en el corazón de Bagdad para observar la adoración de los cristianos iraquíes nueve meses en lo que se convertiría en una guerra de nueve años, he recordado sus palabras. Pienso en algunas maneras en que fueron grabadas en mi corazón.
Nunca supe cómo se llamaba ella. Sin embargo, nunca he olvidado sus ojos. Reflejaban esperanza — un deseo de libertad de dictadores y una oportunidad de adorar sin temor como lo estaba hacienda esa noche.
Mucho ha sucedido desde ese momento. No sé qué ha pasado en su vida, si todavía diría lo mismo, si cambiaría algo si pudiera.
No sé si Maher, el pastor iraquí que el fotógrafo Jim Veneman y yo conocimos durante nuestros viajes a Bagdad en el 2003, habría cambiado algo. Él y la mayoría de su familia fueron asesinados justo un par de años después de que nos conocimos cuando regresaban a su hogar después de asistir a una conferencia en la iglesia a la que habían asistido en Jordania. Si fue un asesinato religioso o violencia al azar, las autoridades nunca lo determinaron. Sin embargo, antes de su muerte, de la cual yo podría unir las piezas con la ayuda de otro estadounidense con quien había hecho amistad el pastor asociado de la iglesia, también asesinado, el pastor Maher había hecho una diferencia. Su iglesia estaba creciendo y su congregación estaba impactando a la comunidad a su alrededor.
No me enteré de los primeros reportes de noticias de la semana pasada que informaban que nuestras últimas tropas habían dejado Irak. Estos días escucho más a la gente y menos a los expertos y estaba ocupada con los preparativos de Navidad. Mi esposo, reservista de la marina durante 15 años, acaba de regresar en agosto de su segundo despliegue; será verdaderamente una Navidad especial este año, ya que el año pasado para este tiempo estaba afuera.
Al mirar algunos de los últimos informes, vi sonrisas y puños alborozados que se levantaban cuando los medios cubrían algunas de las tropas que dejaban la frontera de Irak. Las historias de algunos 20 soldados que miraban la tarta de manzana de mamá para la Navidad eran dulces y conmovedoras. Pero la guerra para nuestras familias militares no ha terminado. Y escribo para pedirles a ustedes que erróneamente no crean que terminó.
Aunque muchas de nuestras tropas están regresando temprano de misiones en Irak, sí, y pueden disfrutar los días festivos con sus familias y sus seres queridos, todavía hay muchos que aun no están en casa. Algunos todavía están en Irak en funciones de apoyo, no en combate, mientras muchos continúan sirviendo en Afganistán — y no hay fin a corto plazo para esa guerra.
Cuando encuesté a algunas esposas de militares a través del ministerio Esposas de Fe, felicidad y júbilo no fueron las emociones que se compartieron. En vez de eso, hablaron de la preocupación y la frustración de que las familias de los militares sean olvidadas completamente bajo la disparatada bandera de “La guerra terminó.” Como dijo una esposa de militar: “Aun en tiempos de paz, siempre hay tropas en peligro.”
Verdaderamente, una página está dando vuelta en nuestra nación. Veremos con la respiración contenida lo que pasa en la nación de Irak por la que muchos de nuestros héroes dieron su vida para ayudar a llevar la libertad y la democracia a su tierra. Continuaremos observando lo que nuestros valientes hombres y mujeres hacen en Afganistán. Pero cuando la página dé vuelta, y una nueva comience a ser escrita, las iglesias y las personas al igual todavía tienen la oportunidad de ser las manos y los pies de Jesús para muchas personas cansadas, desanimadas y en muchos casos heridas.
Así que como iglesia, ¿qué pueden hacer ustedes para ayudar a un veterano o miembro en servicio que actualmente sirve esta Navidad y aun después? ¿Cómo pueden mostrar apoyo a una familia militar y dejarles saber que son recordados y amados?
Consideren:
1. Proveer apoyo espiritual para llenar las diferentes necesidades de los veteranos y sus familias. Si son parte de una iglesia, tienen algunas oportunidades maravillosas de hacer una diferencia no solamente en una o dos familias militares, sino en muchas en su comunidad abriendo sus puertas y haciéndoles saber que son bienvenidos.
Comenzar un ministerio para esposas de militares y/o madres de militares, o un grupo que se especialice en apoyar PTSD (desorden de estrés post traumático) y problemas relacionados con el combate. (Ministerio Militar, una división de Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, es un gran lugar para comenzar cuando se buscan recursos para el trauma de combate. Pueden descubrir que no solamente llega a los actuales veteranos, sino a veteranos de guerras pasadas también, incluyendo a nuestros veteranos de Vietnam.)
Invítenlos a sus actividades regulares pero también consideren proveer actividades especiales justo para ellos, como estudios bíblicos especialmente sobre el despliegue o una comida para las esposas y los hijos cuyos miembros en servicio están fuera.
Animen a sus grupos pequeños a adoptar una familia militar o a un miembro en servicio soltero durante su tiempo fuera del hogar en despliegue. Envíen paquetes y tarjetas de cariño, y déjenles saber que su grupo está orando. Ahora, más que nunca, ellos necesitan recordar que la gente aprecia lo que hacen. Oren por los miembros en servicio y sus familias — y déjenles saber que oran por ellos.
2. Invítenlos a ser parte de su vida y su familia. Algunas iglesias se llegan a acostumbrar a las idas y venidas de las familias militares y es fácil pasarlas por alto, simplemente porque no pueden estar ahí lo suficiente como para echar raíces. Denles un comienzo a esas raíces invitándolos a su casa para almorzar o participar en actividades con su familia o grupos pequeños de la iglesia. Permítanse conocerlos y permítales a ellos conocerlos a ustedes. Un momento de su tiempo puede hacer un enorme impacto en alguien que se siente solo.
3. Si no conocen a un miembro en servicio militar o familia, apoyen una organización que lo haga. Hay ministerios maravillosos y organizaciones que están hacienda una diferencia tangible para nuestras tropas y sus familias. Soldados ángeles (soldiersangels.org) y Operación Retaguardia (operationhomefront.net) son solamente un par, junto con el ministerio que dirijo, Esposas de Fe (wivesoffaith.org), el cual está trabajando para crear un currículo de grupo local para proveer a las iglesias las herramientas para apoyar y servir a las esposas de militares en sus iglesias y en sus comunidades.
La guerra no ha terminado. Y creo que una de las herramientas que Satanás usa para herir y destruir es conquistar y dividir — convenciendo a la gente que estamos solos. Pero ninguno de nosotros está solo cuando tenemos a Jesús a nuestro lado. Tome un momento hoy para pensar sobre lo que pueden hacer para recordarles a nuestros militares y a sus familias este hecho. Y sean las manos y los pies de Jesús para un miembro en servicio o veterano y sus familias hoy.
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Sara Horn es la fundadora y presidenta de Esposas de Fe (wivesoffaith.org), un ministerio a esposas de militares. Ella es escritora y autora de varios libros incluyendo “GOD Strong: The Military Wife’s Spiritual Survival Guide,” (DIOS fuerte: guía espiritual de sobrevivencia para las esposas de militares) “Tour of Duty: Preparing Our Hearts for Deployment” (Viaje de obligación: Preparando nuestros corazones para el despliegue) y el más reciente: “My So-Called Life as a Proverbs 31 Wife” (Mi así llamada vida como una esposa de Proverbios 31). Visite su sitio web en sarahorn.com.