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Pastor de Houston desafía a los hispanos que ahora es el tiempo de alcanzar el mundo


THIES, Senegal (BP) — Jesús Guillén dice que debería haber muerto en docenas de ocasiones, dos veces en manos de su esposa.

“Por 10 años, yo era un esposo malo. Me equivoqué de todo. Hice de su vida un infierno”, dijo Guillén. “Todo era tan malo que ella trató de suicidarse tres veces y trató de matarme dos veces”.

Él tiene las cicatrices todavía.

Le cuesta a la gente que conoce a Guillén creer que su historia comenzó así, pero el pastor amable que sonríe mucho estaba cultivando marihuana y tomando alcohol a los nueve años de edad en México.

A los 15 años, dado su habilidad con una pistola, comenzó a trabajar como guardaespaldas para un hombre rico.

“Él dijo, ‘Si alguien trata de lastimarme, mátelo, y yo le sacaré de la cárcel'”, relató Guillén. “Afortunadamente, nunca tuve que matar a nadie”.

Después de tres años de ganarse la vida con armas, Guillén se casó y se mudó a Texas para buscar la libertad.

Pero, se dio cuenta que el infierno lo acompañó. Drogadicción. Alcoholismo. Maltrato. Líos con la policía. Es cuando la esposa de Guillén trató de suicidarse y matarlo a él también.

Fue durante esta etapa de vida que Guillén entró en una iglesia bautista en Houston.

“Mientras estaba parado allí en la iglesia, dije a Dios, ‘Quita estas adicciones y te seguiré’. Y Dios lo hizo”, dijo. “Nadie creía que yo podía dejar el alcohol, pero Dios lo hizo. Y estoy tan agradecido a Dios que quiero ser parte de la obra de su reino”.

Por eso, Guillen, pastor de la Iglesia Bautista Redención en Houston, Texas, ha trabajado durante varias décadas en la plantación de 23 iglesias, la capacitación de pastores y el envío de misioneros para plantar iglesias en otros países.

También, ha visto a sus hijos ir a la universidad, recibió su GED, y llegó a ser abuelo.

“Cuando Dios quiere usarte, Él puede hacer cualquier cosa”, dijo Guillén.

Dios aun puede usarte, dijo, a cambiar la mentalidad de tus compañeros y abrir sus ojos y corazones al mundo.

“Muchas personas en nuestras iglesias han dicho, ‘¿Por qué iría hasta Senegal para hacer esto (satisfacer necesidades y predicar el evangelio) cuando hay necesidades aquí en nuestro estado?'” dijo Guillén. “Pero tenemos que hacerlo en casa y en todo el mundo. Dios nos preparó para esto y nos dijo que lo hiciéramos”.

Y Dios lo guió a Senegal.

Guillén estaba buscando la manera de involucrar a su iglesia en el campo internacional. Después de reunirse con Jasón Carlisle, director de Movilización Hispana de IMB, pensó que el país de Guinea-Bissau en África Occidental podía haber sido el lugar.

Consiguió una visa para su pasaporte, pero nunca la ha usado.

“Fue en 2007 y había un paro en el país. No pudimos ir”, dijo Guillén. “Jasón me preguntó acerca de Senegal y le dije que estaba bien. Guinea-Bissau, Senegal. No sabía nada de ninguno”.

Era la voluntad de Dios que fuera a Senegal, dijo. Allí conoció a una familia misionera de Costa Rica que tiene una casa para niños y niñas donde les proveen alimentos y educación, además de enseñanza acerca de Jesús.

Con el tiempo, otros misioneros latinos se juntaron al equipo, gracias a los esfuerzos de Guillén — gente como Jorge Reina, un panadero y ex mula de drogas; personas de Guatemala, Chile, Venezuela, Costa Rica, Panamá y Estados Unidos.

Un grupo de pastores hispanos de Houston comenzó a reunirse regularmente para orar por el ministerio en Senegal y para conversar acerca de cómo podían animar a sus iglesias a involucrarse.

Y Guillén seguía soñando.

A veces acerca de gallinas.

“Mientras el ministerio crecía, yo sabía que necesitaba maneras de auto sostenerse”, dijo Guillén. “Gilbert, el misionero costarricense, propuso que comenzáramos una granja de gallinas. Así que comencé a soñar con gallinas”.

Compartió la idea con su iglesia y tres semanas más tarde, levantaron una ofrenda de $18.000 para la granja.

Hoy día, la granja tiene miles de gallinas y un ingreso mensual de $1.700 para el ministerio.

“Nosotros como iglesia nos dimos cuenta que era la voluntad de Dios ayudarlos”, y lo hicimos, dijo Guillén.

Apoyan al ministerio mensualmente y enviaron otras cosas también — incluso contenedores con maquinas de soldadura, una panificadora industrial y un vulcanizadora. Los adolescentes aprenden a hacer pan, soldar y reencauchar cauchos.

Y aprenden compartir el evangelio.

“Esperamos que Dios envíe a algunos de estos jóvenes a otros países. Queremos que estén capacitados y listos para ir”, dijo Guillen. “Gilbert, Jorge y otros los enseñan la Biblia día y noche”.

Algunos de los adolescentes y los jóvenes salen cada fin de semana con los misioneros latinos a las aldeas remotas donde nunca han escuchado el evangelio. Estas aldeas están receptivas a las historias bíblicas, gracias a las medicinas y la comida que los misioneros los han dado.

“En algunas aldeas, ya están plantando iglesias. Existen por lo menos cuatro aldeas con 40, 50, 150 personas”, dijo Guillen.

Todo está funcionando bien y casi es tiempo de ir a otra parte, dijo. “Ellos casi están listos para sostenerse aquí; estamos pensando el próximo país donde debemos ir.

Tal vez vuele a dónde comenzó –quizás Guinea-Bissau, dijo. “Ya han dicho que nos darán la bienvenida allá”.

Y “nosotros” puede ser un buen número de personas. Guillén espera que sí.

Él habló en el verano a la asamblea de la Convención Bautista Hispana de Texas con la esperanza de involucrar a otras iglesias hispanas que quieren participar en alcanzar al mundo.

“Siempre trato de involucrar a otras iglesias y pastores. Cuando trabajamos juntos en equipo, Dios bendice”, dijo el pastor.

Y Dios está llamando a los obreros, dijo.

“Cada vez que voy a una reunión (en Latinoamérica) hay personas que se sienten que Dios está diciéndoles que vayan, pero están esperando que alguien los envía”, dijo. “Conocí a docenas que quieren ir a diferentes lugares y están en serio. Espero encontrar iglesias en Estados Unidos que pueden ayudar a enviarlos. Podemos mostrarles cómo se hace”.

La iglesia del pastor Guillén no es muy grande — tiene una asistencia de 90 los domingos, dijo. “Pero Dios puede hacer cualquier cosa a través de cualquier persona si están dispuestos a dar lo que tienen. Sea el dueño de una jardinería que da dinero a las misiones, o ir como misionero, Dios puede usar a todos”.

Ahora es el tiempo para que los hispanos se involucren, él dijo. “Necesitamos un milagro del Espíritu Santo, porque tenemos los recursos, pero tenemos que obedecer. Le doy gracias a Dios que él nos permite participar un poquito en extender su reino, pero tenemos que hacerlo ahora”.

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Ava Thomas es editora/escritora en Europa.

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  • Por Ava Thomas