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EDITORIAL: Fotografías en Cristo


SAN ANTONIO, Texas (BP) — Cada año durante estos días de primavera miles de familias se preparan para uno de los grandes ritos de pasaje cultural, la graduación de sus hijos. Se espera que cerca de cinco millones de jóvenes serán graduados en los EE.UU. en 2012 (preparatoria, 3, 100,000; colegio/universidad, 1, 781,000). Estamos orgullosos porque nuestro hijo, Rodolfo Urías, será uno de ellos.

En hacer preparativos para su fiesta de celebración mi esposa ha estado seleccionando fotografías de Rudy desde su niñez hasta lo más reciente. Esto de escoger fotos para enseñar a los invitados no es nada fácil. Tenemos fotografías desde que era bebito, pero no conozco a ningún joven de dieciocho que le gusta que sus padres lo revelen en pañales a sus amigos y la familia.

En serio, una cosa he notado. La mayoría de las fotografías enseñan a nuestro hijo junto con sus padres. Se puede decir que los retratos son tanto de nosotros como también de él. Durante los primeros veinte años de nuestro matrimonio mi esposa y yo disfrutamos mucha libertad pues no teníamos hijos. Llegamos a creer que nunca tendríamos familia y no vivíamos con esa preocupación. Confiábamos que Dios lo tenía todo en su control y Él cuidaría de nosotros. Después del nacimiento de nuestro único hijo, todo cambio. Si, todavía teníamos la misma confianza en Dios, pero también sentimos una grande responsabilidad hacia él. Mientas nosotros confiábamos en Dios, nuestro hijo confiaba en sus padres como las fotografías lo demuestran.

Las fotos lo enseñan yendo donde nosotros vamos, comiendo en nuestros restaurantes favoritos, enlazado por completo en los asuntos de sus padres. Pero de vez en cuando nos asentíamos a sus propios intereses y predilectos. Por ejemplo, tenemos fotografías en cines y lugares de juego donde nunca hubiéramos ido como pareja sin hijos. En general, las fotos revelan los gustos de ambos como padres e hijo. Pero hay una fotografía más que merece mención. Este es el retrato de Rudy vestido en su manto de graduación. Esta fotografía es especial porque el enfoque esta sobre él y su alcance escolar.

En cierto sentido, nuestra vida en Cristo puede ser comparada a una serie de fotografías. Todos tenemos fotografías — recuerdos de experiencias personales que tenemos por haber caminado en pos de nuestro Señor. Hay ciertas ocasiones donde la historia no tendría razón aparte del señorío de Dios en nuestra vida, y gracias por ello. Por ejemplo, cuando comencé mi ministerio nada en mi experiencia me indicaba que iría a pastorear una iglesia en Hobbs, Nuevo México, pero así fue. Fui porque él me llevo — no lo puedo explicar de ninguna otra manera. Esto me recuerda del apóstol Pedro preocupado por Juan. En breves palabras, Cristo le dijo que Juan no era su preocupación, “Sígueme tú” (Juan 21:22).

La vida en Cristo es una jornada donde lo tenemos que seguir a diario. Confesar su señorío es asentar a su voluntad venga lo que venga. Pero esto no es ningún fatalismo pues así fue como Dios formó mi trasfondo ministerial, mi manera de exponer su palabra y mucho mas. Por ir con Él, esto me introdujo a hermanos como el reverendo Salvador Rivera, un fiel siervo del Señor, y Faye Klein, pianista de la iglesia que encendió mi pasión por la literatura Cristiana. También recuerdo a los hermanos Morales, fieles y humildes hermanos que demostraron tanto amor y paciencia hacia su neófito pastor.

Pero también tengo fotografías — recuerdos — donde parece ser que yo soy el que tiene las riendas en mano. A través de los años, Dios me dio un deseo de ascender al profesorado y con el tiempo mi sueño fue realizado. Pero este alcance no cayó en mi regazo como regalo del cielo. Tuve que trabajar de noche y estudiar de día a través de muchos años. Durante esos días my esposa también se sacrificó para hacer posible que yo terminara mis estudios. Sí, yo decidí el enfoque de mis estudios mayores, junto con el tema de mi tesis doctoral. En todo esto, parece que yo era el que estaba en control. Pero recordemos que aunque Dios nunca elimina la iniciativa personal, Él es el que produce tanto el hacer como el querer en nosotros (Filipenses 2:13).

Cuando uno llega a cierta madurez, ministros más jóvenes o con menos experiencia buscan su consejo pues lo ven a uno como ya hecho y completo — quizás como mi hijo de pie con el diploma en la mano. Pero tal autosuficiencia es solo una apariencia. En esta última fotografía el sujeto — uno mismo — no puede menos que ver el reflejo de todo el esfuerzo y amor de aquellos que Dios uso para formar la persona en Cristo. Sobre todo debe presentirse la huella invisible de la mano de Dios sosteniendo la inversión de su gracia en nosotros. Si, en veces parece ser que estamos solos ante el mundo, pero debemos verlo como David vio su propia vida y prole: “Y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti; porque tú, Jehová, la has bendecido, y será bendita para siempre” (1 Crónicas 17:27; vea también Salmo 90:17).

Recuerde que no importa si estamos siendo llevados por fuerzas que parecen estar fuera de nuestro control, o lo tenemos todo bien ordenado, las vida transparenta la única verdad, “porque en Él—en Cristo—vivimos, y nos movemos, y somos” (adición de “en Cristo”, mía, Hechos 17:28).
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Rudolph D. González es el decano de la Southwestern Baptist Theological Seminary William R. Marshall Center for Theological Studies, San Antonio, Texas. Estudios hispanos, Southwestern Baptist Theological Seminary: http://www.swbts.edu/hispanicstudies/sp/.

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  • Por Rudolph D. González