Una caricatura de Mafalda, una de las tiras cómicas más famosas en Latinoamérica escrita por el caricaturista argentino Quino, tiene el siguiente dialogo entre Mafalda y su amiga Susanita en el que se ejemplifica la gran diferencia de perspectivas entre ambas:
– ¡Cuando sea grande quiero tener muchos vestidos! – Susanita
– ¡Y yo mucha cultura! – Mafalda
– ¿Te llevan presa por salir a la calle sin cultura? – Susanita
– No – Mafalda
– ¡Proba salir sin vestido!… – Susanita
– Es muy triste pegarle a alguien que tiene razón – Mafalda al alejarse de Susanita quien está llorando en ese momento
Aunque evidentemente la cultura es algo importante para Mafalda y mucho más importante que la ropa, la realidad es que la ropa es algo esencial para nuestra vida diaria. No solamente usamos ropa todos los días, sino que procuramos hacerlo con un estilo definido. El tipo de ropa que usamos define nuestra apariencia. La imagen que proyectamos en muchas ocasiones determina la manera en la que otros nos perciben como dice el dicho, “como te ven, te tratan”. De esta manera, la ropa que nos ponemos nos protege, pero también define nuestra apariencia.
Nuestra vestimenta no demuestra nuestro carácter y todos hemos experimentado que “las apariencias engañan,” pero la ropa que nos ponemos sí representa la imagen que deseamos proyectar a otros. Algo externo como nuestra vestimenta puede distraer a otros de algo interno como nuestro carácter. Nuestras virtudes y vicios son los que realmente definen quienes somos y los que muestran nuestra verdadera realidad a los demás a nuestro alrededor.
La relación entre nuestra vestimenta y nuestro carácter es muy clara en la vida cristiana. En Colosenses 3, el apóstol Pablo usa la ilustración de nuestra ropa para explicar el tipo de virtudes que demuestran nuestro carácter como seguidores de Cristo y que vicios o prácticas pecaminosas son las que debemos evitar porque son contrarias a nuestra nueva identidad como hijos de Dios. Ser un cristiano no tiene nada que ver con prácticas externas por más piadosas que puedan parecer sino con nuestro carácter. De la misma manera, un cristiano que agrada a Dios no es aquel que sigue prácticas legalistas, sino que evita vicios contrarios al carácter de Cristo.
Todos los días tenemos que vestirnos y desvestirnos de ropa. De la misma manera, también como cristianos tenemos que vestirnos de virtudes y desvestirnos de vicios. No podemos ponernos ropa limpia sin antes quitarnos la ropa sucia. Por esto, Colosenses 3:8-9 nos da una lista de seis vicios que tenemos que evitar cotidianamente en nuestras vidas ya que representan “el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios” de nuestra vida sin Cristo:
enojo, ira, malicia, calumnia, lenguaje obsceno y mentiras. Estos seis vicios son los que originan prácticas contrarias a Cristo. Ninguna persona que se autodenomine seguidor de Jesucristo puede ni debe vestirse con estas prácticas. Aunque parecieran actividades tan comunes y corrientes que pudieran dar la apariencia de normales, la realidad es que son vicios pecaminosos y graves y que, por lo tanto, tenemos que evitar conscientemente cada día.
La nueva vida que recibimos en Cristo “se va renovando en conocimiento a imagen de su creador” (Col. 3:10) y no hace ninguna acepción de personas, sino que Cristo es todo y está en todos (Col. 3:11). Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, tenemos que vestirnos de afecto entrañable, de bondad, humildad, amabilidad, paciencia y de amor (Col. 3: 12, 14). Estas seis virtudes son la ropa que realmente demuestra el carácter de Cristo y de sus seguidores. En este caso, la vestimenta de nuestro carácter sí define nuestra personalidad y muestra realmente quienes somos.
Los dichos populares “el hábito no hace al monje” y “aunque la mona se vista de seda, mona se queda” explican que, aunque nuestra vestimenta es una parte importante de nuestra apariencia no demuestra quienes somos realmente. Sin embargo, como cristianos, las virtudes con las que nos vestimos y los vicios de los que nos despojamos sí muestran claramente nuestro carácter. Nuestra identidad como seguidores de Cristo se manifiesta a todos por nuestro comportamiento. La ropa de nuestro carácter no solamente refleja nuestra imagen sino también la de Cristo. ¿Con qué tipo de ropa se piensa vestir hoy?